La vacunación con AstraZeneca, en concreto la segunda dosis para los trabajadores esenciales menores de 60 años, está generando desconcierto y desasosiego por las informaciones cruzadas en uno y otro sentido. En Extremadura el SES ha rectificado su planteamiento inicial: si antes señalaba que se apelaba «a la autonomía del usuario», esto es, a la capacidad de elección o, dicho de otro modo, a que la responsabilidad fuera directamente del ciudadano para elegir entre AstraZeneca o Pfizer, ahora indica que «no se trata de una elección» ya que «la evidencia científica» dice que es mejor no ponerse AstraZeneca como segunda dosis, sino una pauta nueva de Pfizer. Esta rectificación --o aclaración si se prefiere porque también se ha argumentado que ha faltado pedagogía--, ha generado una innecesaria desconfianza, primero porque se ha hecho después de detectar que los primeros primovacunados con AstraZeneca en otros territorios estaban optando de forma preferente por repetir con el mismo fármaco, y segundo porque varias comunidades autónomas, Galicia, Andalucía, Murcia y Madrid, todas ellas del PP, recomiendan directamente completar la inmunización con AstraZeneca en lugar de Pfizer.

Hay que tener en cuenta que la Agencia Europa del Medicamento (EMA) ha reiterado su apoyo para que se realice la segunda dosis con AstraZeneca, pero en España, el Ministerio de Sanidad, basándose en un estudio del Instituto Carlos III, se ha decantado por Pfizer. Así lo repitió ayer en Extremadura el consejero de Sanidad, José María Vergeles, señalando que «la evidencia científica recomienda recibir Pfizer como segunda dosis y no AstraZeneca». Por eso en Extremadura se ha decidido citar antes a quienes opten por Pfizer, lo que choca con lo ocurrido en otras regiones que han optado por lo contrario, citar antes a quienes elijan AstraZeneca.

El caso es que posibilidad de decidir qué vacuna ponerse está generando un conflicto político o autonómico disfrazado de ciencia que está confundiendo a la ciudadanía. Tanto que los pacientes han empezado a sospechar que detrás de la presión del ministerio y de algunas comunidades a favor de Pfizer hay una cierta preocupación de que no lleguen las dosis necesarias de AstraZeneca para cubrir a todos lo que se han puesto la primera. 

Lo mejor hubiera sido informar bien desde el principio y lo de siempre: no cambiar de criterio a mitad de la partida. O mejor aún: no haberle dado al ciudadano la responsabilidad de tomar decisiones científicas.