Extremadura debe salir del aislamiento ferroviario

Manifestación para exigir "un tren digno" para Extremadura

Manifestación para exigir "un tren digno" para Extremadura

Editorial

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Las comparaciones suelen ser odiosas. Sobre todo cuando el resultado evidencia cómo avanza la brecha entre unas comunidades autónomas y otras. La inauguración, el pasado miércoles, de la Variante de Pajares va, efectivamente, más allá de marcar un hito en la ingeniería civil y un cambio de paradigma en las comunicaciones entre la cornisa cantábrica y el centro de la península, además de abrir puertas a Europa e impulsar el reivindicado Corredor Atlántico.

Extremadura forma parte también de esa red de transporte europea que busca un modelo más eficiente y sostenible para la circulación de viajeros y mercancías. Pero aquí los trabajos van a un ritmo insoportablemente lento y lleno de trabas. Ello, a pesar de que las dificultades orográficas en la construcción de la línea Badajoz-Mérida-Cáceres-Madrid nada tienen que ver con las de horadar una cordillera, con todo tipo de problemas en el terreno hasta el punto de que, en su día, los propios técnicos del Ministerio de la época, hace casi veinte años, dudaron de su viabilidad debido a la complejidad del proyecto y al alto coste de la megainfraestructura: 4.000 millones para 49,7 kilómetros. La cantidad supera la presupuestada para toda la obra de Extremadura a Madrid: 3.700 millones para la construcción y electrificación de 437 kilómetros. No hay comparación, y por eso para Extremadura adquiere tintes de discriminación, porque lleva demasiado tiempo albergando la esperanza que ahora ilumina, justamente, el horizonte del noroeste y, en particular, de Asturias y Castilla y León. Esas dos décadas en esta comunidad se antojan estériles en la práctica, habida cuenta de los retrasos de los escasos trenes que circulan por las vías extremeñas en los tramos con obras por finalizar, a la espera de la electrificación en otros, a velocidades escasamente competitivas y que dejan como única alternativa a la comunicación con la capital de España la carretera, contraviniendo lo expresado tanto por Europa como por el propio Gobierno de España en materia de sostenibilidad y de lucha contra el cambio climático.

Esta misma semana, la necesidad de contar con un mínimo «digno» en materia ferroviaria ha sido una constante en todos los foros de relevancia. La propia presidenta de la Junta, María Guardiola, lo puso de manifiesto durante su discurso en los premios Empresario del Año de Badajoz impulsados por La Crónica y Prensa Ibérica, grupo al que también pertenece el Periódico Extremadura. A la suya se sumaron las reclamaciones de los agentes sociales presentes en el evento y la de los propios premiados. El déficit de comunicaciones, la falta de alternativa real y eficaz a acumular kilómetros al volante (y la consiguiente huella de carbono) exaspera a los ciudadanos extremeños y amenaza el pujante futuro de las empresas que se esfuerzan, día a día, en avanzar contra todos los obstáculos y que reafirman su compromiso con su tierra al permanecer radicadas en Extremadura, pese a las dificultades añadidas al complejo mundo de la economía de la región.

No es una reivindicación que tenga color político, porque todos los actores de la escena pública están de acuerdo en una prioridad que no entiende de partidos, solo de necesidades. Exigencias que se manifestaron, igualmente, en el Día de Extremadura como parte del discurso ciudadano pronunciado por la química Victoria Gil Álvarez. Sus palabras fueron secundadas con una sonora ovación por parte del auditorio, al completo, del Teatro Romano de Mérida.

El déficit de comunicaciones exaspera a los extremeños y amenaza el pujante futuro de las empresas que reafirman cada día el compromiso con su tierra

Es un hecho que en estos veinte años han pasado por la Moncloa presidentes de distinto signo. La primera promesa data de 2003, precisamente del primer gobierno del popular José María Aznar. Desde entonces, se han repetido los compromisos en distintas reuniones y cumbres hispanolusas, puesto que hablamos de un trazado que afecta también a Portugal. Pese a la crisis política, y a la espera del resultado de las elecciones en el mes de marzo de 2024, en el país vecino parecen tener las cosas más claras. De este lado de la frontera solo se constatan nuevos retrasos: terminó noviembre, el penúltimo plazo anunciado, y la electrificación en el tramo Badajoz-Plasencia no se ha puesto en marcha. También se ha desvelado que las velocidades a las que podrán circular los trenes, de momento híbridos (eléctricos y a gasoil) y a la espera de contar con los sistemas de seguridad homologados, no podrán superar los 180 kilómetros por hora. Las características de la vía tampoco auguran que, en un futuro próximo, los convoyes puedan pasar de los 200 kilómetros por hora ni alcanzar la que, oficialmente, convierte un servicio en alta velocidad. Pero el mayor problema es el retraso continuo y la demora en los trabajos en una obra que cuenta con financiación europea y que forma parte de ese mapa estratégico de transporte de viajeros y mercancías.

No es una reivindicación que tenga color político, porque todos los actores de la escena pública están de acuerdo en una prioridad que no entiende de partidos, solo de necesidades

En una de sus primeras comparecencias públicas como ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, el socialista Óscar Puente se refirió al ferrocarril como «la pieza central» del proceso de descarbonización. Por ello, aseguró el recién nombrado titular de la cartera de Transportes, el Gobierno y el Ministerio «seguirán apostando por su desarrollo y la mejora de su fiabilidad y capacidad» porque «el ferrocarril es una prioridad para el Gobierno de España». También lo es para Extremadura, una comunidad que exige salir de la isla en la que se ha convertido dentro del moderno mapa de la movilidad en España. Porque hablamos de derechos básicos para todos los ciudadanos, pero también de dar verdaderas oportunidades a territorios que hasta ahora permanecían al margen del desarrollo. Hay una Extremadura pujante que teme por las inversiones que prometen un despegue tecnológico y de industria puntera, que encuentra dificultades para el desarrollo del turismo pese a su potencial cultural y medioambiental. Hay toda una comunidad autónoma aguardando que este nuevo Gobierno sea el que cierre una etapa de tan larga espera.

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