Editorial

La Semana Santa inicia la eclosión cultural en Extremadura

Procesión de La Burrina escenificada por los alumnos del colegio Carmelitas de Cáceres este viernes.

Procesión de La Burrina escenificada por los alumnos del colegio Carmelitas de Cáceres este viernes. / Carlos Gil

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La movilidad del calendario litúrgico ha hecho coincidir en estos días acontecimientos señeros que atraen a decenas de miles de personas a Extremadura: la floración de los cerezos en el Jerte eclosiona en todo su esplendor al mismo tiempo que se celebra la Semana Santa en una región que cuenta con dos festividades de máxima categoría, la de Interés Turístico Internacional, en dos ciudades Patrimonio de la Humanidad: Cáceres y Mérida.

La ciudad emeritense acaba de recibir, además, el respaldo público del papa Francisco, presente, virtualmente, en el pregón que tuvo lugar hace escasos días, alabando la Pasión en Mérida como “única” en el mundo, al conservar los escenarios coetáneos a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, además de sus indiscutibles raíces cristianas. Ciertamente, la Semana Santa necesita conservar esa esencia religiosa a la que aludía el Pontífice para permanecer en unos tiempos de crisis de todo tipo de valores. Pero también es cierto que este tipo de manifestaciones son ya fenómenos transversales que incluyen, además, elementos culturales y forman parte del acervo de todos los pueblos que siguen celebrándola. Muchos de ellos, en Extremadura, con puestas en escena sobrecogedoras y con la devoción de quienes lo viven desde la fe en cada uno de los rincones de las dos provincias extremeñas.

Cáceres ejemplifica perfectamente la amalgama de creencias, sentimientos, rituales y tradiciones que cobran forma en 24 procesiones en las que toman parte 15.000 hermanos y hermanas de 17 cofradías que recorren las callejas y cuestas de ese escenario sin parangón que es la ciudad antigua. Toda ella vive intensamente momentos y estampas de imágenes y grupos escultóricos en los diversos recorridos que se quedarán, para siempre, en las retinas de cacereños y de los miles de visitantes que estos días llenarán las plazas hoteleras.

No puede sustraerse del conjunto de atractivos el revulsivo económico que entraña la celebración, sobre todo en territorios donde el turismo tiene un peso significativo en el PIB, como es el caso de Extremadura, más de un 12% con arreglo a los datos del año pasado, un ejercicio de auténtico récord en el conjunto de la región, con más de un millón de visitantes. Las previsiones apuntan a una ocupación más que elevada, del 85% en el turismo rural y más del 90% en las ciudades. Lleno total, técnicamente, en el caso de Cáceres, que si el año pasado cerró una Semana Santa extraordinaria, puede batir todos los récords en 2024.

Lo mejor de todo es que se trata de un crecimiento progresivo, que va consiguiendo, poco a poco, la desestacionalización. El pasado febrero se convirtió en el segundo mejor de los últimos 15 años, según los datos del INE. Aumenta, sobre todo, la presencia de viajeros internacionales, más de un 15%. Y lo más importante: suben las pernoctaciones, es decir, la estancia media de los turistas y, consiguientemente, se incrementan los ingresos para un sector que da empleo a 27.000 personas en el conjunto de la región.

Conseguir que esas pernoctaciones sigan al alza, desde ese algo más de tres días de estancia media en la actualidad, es uno de los retos a los que se enfrenta Extremadura. Convertirse, definitivamente, en destino y no en lugar de paso. Atractivos no le faltan con una oferta apabullante en patrimonio histórico y artístico que se une a la riqueza medioambiental traducida en las zonas protegidas y parques nacionales. Una biodiversidad de referencia internacional, como lo es su oferta cultural.

Esa oferta se concentrará, de manera especial, en una ciudad, Cáceres, que aspira con toda legitimidad a ser declarada Capital Cultural Europea en 2031, en la que estos días vecinos y visitantes podrán disfrutar, y no solo por la singularidad de su Semana Santa. Referentes como el Museo Helga de Alvear, exposiciones como la que acaba de inaugurarse de fotografía del desaparecido maestro Carlos Saura, junto a la programación teatral y festivales que han situado a la ciudad cacereña en el mapa como el Womad, demuestran que la primavera cultural ha llegado también a la ciudad, de la que forma parte ineludiblemente su gastronomía, desde la tradicional a la más innovadora, con representantes de prestigio reconocido a nivel internacional. Existe una base cierta sobre la que asentar sueños que, tiempo atrás, se escaparon por poco. La apuesta de Cáceres va construyendo cimientos que deben servir también de impulso a la colaboración y a la convivencia entre las instituciones y la sociedad extremeña en general.

* La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los articulistas exponen posturas personales