Cuatrocientas hectáreas sin calles, en las que solo podían circular tractores; viviendas de 600 metros cuadrados con una parcela de 8 a 10 hectáreas de regadío y un animal de tiro. Es lo que se encontraron los primeros colonos que llegaron a San Gil en marzo de 1971. Hoy se cumplen 50 años de su llegada y otros 25 de su constitución como entidad local menor dependiente de Plasencia. Bodas de oro y plata que el pueblo celebrará como siempre, unido y orgulloso no solo de haber fijado población sino de haber crecido y ganado en servicios y calidad de vida.

Esther Sánchez es actualmente su alcaldesa, la tercera que ha tenido San Gil en su historia y está en la media de edad de esta población, que se sitúa entre 40 y 50 años. Además, destaca la suerte de convivir tanto con algunos de los primeros colonos como con los últimos nacidos. «Tío Sebastián, con 94 años, tío Rufino y tía Virgilia, con 93, tío Joaquín y tía Julia». 

Virgilia, Julia, Joaquín y Rufino, algunos de los primeros colonos. TONI GUDIEL

Ellos fueron algunos de los que recibieron casa y terreno por asentarse en San Gil. En el pueblo, una tienda, un bar y una cooperativa. Después, muchos de sus hijos se hicieron viviendas dentro de las edificaciones, lo que acabó fijando población. Tanto es así que «se ha doblado el número de habitantes, pasando a tener 320. En la última década, la población ha crecido un 18,12%», resalta Sánchez.

Pero lo que marcó un antes y un después fue su constitución como entidad local menor. Antes, el gobierno lo formaron una junta de colonos y una asociación de vecinos hasta que llegó el primer ayuntamiento, con Blas Raimundo como alcalde y Luciano Pulido y Casimiro López, como concejales. A Raimundo le sucedió Ana González y a esta, en el 2015, Esther Sánchez.

La actual alcaldesa subraya que la condición de entidad local menor dio a San Gil personalidad jurídica propia y un presupuesto para autogestionarse. «Dejó de ser un conjunto de casas aisladas para ser un pueblo con reconocimiento».

Una mujer, en una calle, en los primeros momentos de colonización. CEDIDA

A partir de ahí, San Gil despegó: está a punto de terminar la renovación de todas sus tuberías, cuenta con un pozo de sondeo y otro auxiliar, su colegio ha pasado de tener 5 alumnos a 19 y, en materia sanitaria, de tener en principio un botiquín se pasará a un consultorio médico nuevo. También ha ido creciendo de la mano de Placeat.

Cuenta con muchos más proyectos, a pesar de ser el municipio con menos presupuesto por habitante y año, pero sobre todo cuenta con una población acogedora y «con capacidad de estar siempre para el de al lado», inclusiva, «desde antes de que existiera esa palabra» y con un 9,8 % de paro.

Las celebraciones llegarán tras el verano, con orgullo por lo conseguido, pero también con la frustración de quien ha nacido «sin una pierna, pero necesita una prótesis», es decir, apoyo de las instituciones para que «se ayude al que lo necesita, una línea especial para entidades locales» que les permita seguir creciendo y cumpliendo años.