La pandemia ha afectado a todo y ha hecho más daño a los que tenían otras enfermedades distintas al covid y que han visto cómo todo se paralizaba, incluidos diagnósticos, consultas y terapias. Las personas con alzhéimer forman parte de esa grupo y lo que ha provocado el coronavirus es que, una vez retomada la actividad, los pacientes han llegado con un agravamiento de la enfermedad y, además, cada vez más jóvenes.

Lo ha advertido la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer, que trabaja en Plasencia desde el 2005 y atiende actualmente a 170 familias de la ciudad y las comarcas del norte.

«Las personas que atendíamos antes, a la vuelta del confinamiento han llegado con una evolución más acentuada» de la enfermedad, explica la psicóloga de Afads, Cristina Martín.

Además, se han reincorporado más tarde al centro de día y las terapias «por miedo» al contagio y eso «ha afectado enormemente».

En cuanto a los diagnósticos, señalan que, desde hace unos años, llegan personas con menor edad y, por lo tanto, «en fases más leves». Así, si antes atendían a personas de entre 75 y 90 ahora, ahora «llegan a partir de 65 años, el rango es más amplio».

Por eso, reivindican un diagnóstico «precoz y certero para poder aplicar un tratamiento eficaz y que puedan mantener durante mayor tiempo su autonomía y se pueda realizar un abordaje integral», explica Martín.

Pero además, el llegar en fases más leves permite «contar con su opinión sobre lo que les interesa y realizar terapias más adaptadas a sus gustos e intereses», señala María Climent, coordinadora de Afads. Así, por ejemplo, como suelen manejarse bien con las nuevas tecnologías, estas se utilizan en las terapias.

Al centro de día acuden actualmente 20 personas y tiene una pequeña lista de espera y al de terapias van unas 30. La atención psicológica la han recibido este año unas 240 personas.