Fue una cara siempre presente tras el mostrador de la biblioteca municipal de Plasencia y entre sus estanterías durante 35 años. Desde 1980, en que obtuvo la plaza, hasta el 2015, Felisa Gallego Osuna estuvo al frente de la biblioteca, que era «su propia casa. Trataba los libros como si fueran tesoros propios», ha destacado el alcalde, Fernando Pizarro. Por eso, «por invertir sus esfuerzos en mejorar el mundo y ser un ejemplo de mujer hecha a sí misma», el ayuntamiento le ha dedicado una calle, Las Carmelitas, situada cerca de su vivienda.

Pizarro le entregó este lunes en su despacho una copia del azulejo de la dedicatoria de la calle y ella, a su vez, se lo dedica a su padre, que cofundó la biblioteca municipal junto al alcalde Julián Burgos «encima de los servicios de la plaza de abastos».

«Había un señor que tenía unos 200 libros. Cuando él se quitó, mi padre lo cogió». Más tarde, la biblioteca se trasladó al espacio que hoy ocupa la Casa de la Juventud, donde Felisa iba en ocasiones «a cuidar de los libros mientras estudiaba Bachillerato».

Se recuerda entre libros desde los cuatro años y, tras estudiar en Salamanca, explica que se suspendieron las oposiciones y, al salir la plaza de bibliotecaria, se presentó y la ganó.

«Cuando llegó la democracia, se hizo la Casa de Cultura», sede actual de la biblioteca y, junto a Milagros Muñoz, «tuvimos que hacer todas las fichas a mano». Cuenta que, inicialmente, acudían estudiantes de Bachillerato y niños porque había un pequeño espacio para la lectura infantil. Con ellos llegaron sus padres.

«Me encantaba mi trabajo, la ilusión más grande era cuando llegaban los libros de editoriales y empezaba a sacarlos, era emocionante». Agradece «el cariño» de la dedicatoria, pero no cree que la merezca «por hacer un trabajo por el que me han pagado y en el que he estado feliz»