Un simple paseo por la ronda del Salvador de Plasencia ha terminado por convertirse en un calvario para un placentino de 45 años que sufrió el pasado 8 de septiembre la mordedura de un pastor alemán en una mano y a las secuelas físicas y psicológicas que el incidente le ha producido suma el hecho de que el perro "sigue en la calle y con la misma situación irregular, es indignante". De hecho, le buscan tanto la Policía Local como los veterinarios de la zona porque no está vacunado y es necesario hacerlo y desparasitarlo.

También debía haber pasado un periodo de cuarentena de 14 días para comprobar si tiene la rabia, pero no lo ha hecho porque, según indican fuentes policiales, la dueña no lo entregó. El pasado viernes, quince días después del suceso, tampoco lo había hecho. Es más, tanto a la Policía Local como a la Nacional les ha costado localizarla y esperan que finalmente entregue al animal.

Mientras, la víctima sí tendrá que ponerse las cinco dosis de la vacuna antirrábica -ya lleva cuatro- porque es el protocolo cuando no se puede localizar al animal, que no tiene ningún tipo de documentación, ni chip, ni está censado.

Lo reconoció la propietaria en la declaración que realizó ante la Policía Nacional cuatro días después del suceso, lo que tardaron los agentes en dar con ella. La víctima, que prefiere guardar el anonimato, denunció el día 9 que iba paseando por la ronda del Salvador sobre las 22.30 horas cuando, a la altura del colegio San José, observó a una mujer agachada con un perro. Cuando estaba llegando a su altura "se lanzó hacia mí, directo, sin motivo, sin ladrar, fue un ataque sorprendente. Me enganchó la mano y empezó a mover la cabeza de un lado a otro".

Recuerda el dolor intenso que sintió después, cuando se miró la mano y que le pidió a la mujer que llamara al 112, lo que hizo. Después "ella me dijo que iba a por el coche y me llevaba al hospital, pero no lo hizo y al final llamé a una amiga, que fue la que me llevó. Me dieron tres amagos de mareo, estuve a punto de desmayarme".

Por contra, en su declaración, la dueña del perro afirma que fue un ataque accidental porque la víctima le sorprendió y el perro reaccionó. Señala que lo llevaba con bozal, pero se agachó para quitárselo porque llevaba mordida la correa. También asegura que volvió a por el hombre, pero ya no estaba y que "lamenta muchísimo lo ocurrido".

Herida sangrante de 0,5 centímetros

No obstante, la víctima no ha vuelto a saber de ella. El parte médico indica que sufrió una "herida de 0,5 centímetros, sangrante" en el dorso de la mano y otras superficiales, más pequeñas, en los dedos y el dorso. El tratamiento fue la vacuna y antibióticos. "Tuve dos días fiebre y me tuve que ir a casa de mis padres porque no podía mover la mano".

Además, lleva de baja laboral desde entonces porque se da la circunstancia de que necesita las manos para trabajar al ser mecánico. Afirma que aún tiene una movilidad reducida porque aún no puede cerrar la mano, "insensibilidad en algunas zonas y mañana voy a mi médica a ver si me deriva al Traumatólogo o no" o si tiene que hacer rehabilitación.

Son las consecuencias físicas de la mordedura porque también las tiene psicológicas. Desde ese día tiene un "pánico desmesurado a los perros" y "miedo hasta de salir a la calle, a mí que me gustaba andar, montar en bicicleta... Y eso es muy jodido", lamenta.

Caso archivado

Y en cuanto a la responsabilidad de la dueña del animal por lo sucedido, la Policía Nacional entregó sus diligencias en el juzgado y el de Instrucción número 1 abrió diligencias previas, pero ha decretado el "sobreseimiento provisional" y archivo de las actuaciones "al no resultar debidamente justificada la perpetración del delito". La víctima afirma que desde el juzgado no se le ha citado a declarar, ni tampoco le ha visto un forense.

Podía recurrir, pero "mis abogados me han quitado las ganas porque me han dicho que no iba a conseguir nada". Le queda la vía civil, que "tendré que emprender para reclamar alguna compensación por estos daños, que me tengo que costear yo, incluido un valorador médico" para que realice un informe.

Con todo, lo que más le duele es que el perro siga libre y sin vacunar y subraya: "Mi lucha es que no le pase a otra persona".