Solo quería desahogarse, sacar lo que llevaba dentro, pero como ella sabe, en forma audiovisual, como una obra de teatro con un alter ego, Lucía, que le ha servido para intentar sanar sus heridas ayudando además a otros, todo el que haya pasado o pase por lo que ella vivió de niña y adolescente, acoso por su orientación sexual. Se trata de Laura Parra, Heristone de apellido artístico, una placentina de 29 años, que además se pone de ejemplo de la juventud «valiente y trabajadora» que hay en Extremadura.

No es la guerra de Lucía es el título de la primera obra de teatro «larga» que ha escrito y dirigirá, un título representativo de la guerra en la que se vio inmersa desde que tenía entre 9 y 11 años. Porque ya a esa edad «notaba que mi forma de ser no era la típica» y pone un ejemplo: «A todas las niñas les gustaba el profesor de Educación Física y a mí la profesora de Plástica».

Decidió sincerarse con sus amigas del barrio y la respuesta que recibió fue la burla y el acoso. «Se empezaron a reír de mí, a desplazarme, me llamaban de todo, e incluso tiraban piedras a la ventana de mi casa», recuerda.

No se lo contó a su madre entonces y ya no pudo hacerlo porque, cuando iba a cumplir los 13 años, su madre murió. «Pasé de ser la bollera a la pobrecita, la huérfana, me sentía como si me hubieran quitado mi identidad».

«Pasé de ser la bollera a la pobrecita, la huérfana, me sentía como si me hubieran quitado mi identidad»

Aunque se fue a vivir con su tía, también decidió ingresar en el internado del colegio San José. Con el tiempo, «empiezo a hacerme fuerte, ya sabía que me gustaban las chicas y empiezo a decir quién soy de verdad. Ya qué más me podía pasar». Pero con 16 años, llegó al instituto y «empezó el bullying», de nuevo insultos y acoso. Solo fuera de Plasencia hizo amigas, «chicas que se sentían como yo y me entendían».

Y toda esa historia personal la plasmó Laura la Navidad pasada en papel, un «proceso terapéutico» que compartió en redes y con sus conocidos. «Fue un boom», les gustó tanto que la animaron a presentarse a la beca de residencia de Las Naves del Duende, en Casar de Cáceres y, para su sorpresa, se la concedieron.

«Fue como tirarme al pozo sin agua», porque solo tenía el texto. Sin embargo, se lanzó a la búsqueda de actrices y equipo técnico y constituyó la Asociación Cultural T-erizo Producciones para poder poner en marcha un crowdfunding, una recaudación virtual de dinero para cubrir los gastos de la obra. Los técnicos porque ninguna de las 13 personas del equipo, todas extremeñas, va a cobrar.

Apoyo de colectivos

Tienen hasta el 13 de marzo, en que comenzarán a montar la obra en Las Naves del Duende, harán talleres y la representarán el día 18. Su historia ha conseguido el apoyo de varias asociaciones LGTBI, entre ellas la Fundación Triángulo, así que está «de subidón, a tope porque no esperaba que el texto fuera a tener tanta repercusión ni que la gente se involucrara tanto».

"No hay que callarse, hay que pedir ayuda, cuando no sabes qué está pasando en tu cuerpo, cuando sufres acoso»

También tiene momentos de «miedo y agobio» por la responsabilidad que supone y porque no quiere que su familia sufra. Pero con la obra quiere transmitir dos mensajes: «Que no hay que callarse y que hay que pedir ayuda, cuando no sabes qué está pasando en tu cuerpo, cuando sufres acoso». A los que colaboran con su silencio, les pide «que no sean cómplices» y que se eduque en valores desde el colegio para «no retroceder. Me quedaría contenta si la viese mucha gente».