Seres de luz. Compañeros de vida que te regalan su amor incondicional sin pedir nada o, casi nada, a cambio. No importa la especie, el cariño es el mismo. He tenido la suerte de disfrutar de animales domésticos desde pequeña y, especialmente, recuerdo el amarillo de los canarios que había en casa y cuyo canto encantaba a mi madre, pues fue de los pocos sonidos que su hipoacusia tardaría un poco más en robarle.

Es cierto que, en ocasiones, sólo les falta hablar; aunque, sin palabras, son capaces de expresarse mejor que muchos humanos que conozco. A pesar de haber llovido desde que C. Darwin publicara La Expresión de las Emociones en el hombre y en los animales (1872), más tarde respaldada por P. Ekman y su Teoría de las Emociones y está científicamente comprobado, a algunos todavía les cuesta reconocer que sienten, reconocen y manifiestan emociones, gracias a sus altas sensibilidad e inteligencia, del tipo que sean, que, muchas veces, sobrepasan con creces las nuestras. Buen ejemplo son hormigas y abejas, creadoras de organizadas sociedades (muestra patente de que el tamaño del cerebro no determina la inteligencia).

Tienen sentimientos y empatizan mejor que muchísimas personas. Juegan, ríen, lloran, sienten dolor, recuerdan, regalan y, por supuesto, aman.     

El problema es siempre el egoísmo humano, capaz de utilizarles a su antojo, a lo largo de la historia, para su particular beneficio, demasiadas veces abusivo y, tras hacerles sufrir verdaderas aberraciones, hasta mortal.

Por suerte, ese abuso, se transforma en servicio (eufemismo empleado para acallar nuestras conciencias) cuando les capacitamos, a través de la educación, y les enseñamos a llevar a cabo acciones que difícilmente nosotros podríamos realizar y que ellos efectúan diligentemente, fruto de esas particulares cualidades que les hacen más especiales si cabe, como los perros guía. Además, las leyes están cambiando para ellos y, poco a poco, les vamos dando el lugar que merecen.

Por todo, os traslado el mensaje de la carta que han escrito a Papá Noel los perros de la Protectora de Animales Refugio de Plasencia, pues conscientes de lo ocupado que está en estas fechas, os piden a vosotros sus dos cosas preferidas: cariño y comida. Así que, si podéis, pasaos a dárselo un sábado, que es su día de paseo, aunque cualquier otro os recibirán y mostrarán su alegría moviendo la cola y, estoy segura, recibiréis mucho más de lo que les deis.