Desde que la pandemia llegó a nuestras vidas para quedarse está siendo todo un reto recuperar la normalidad en absolutamente todos los campos en que vivimos. Sin embargo, cuando esto se convierte en reto común y, sobre todo, lograrlo implica también dar de comer a numerosas familias, parece que, tanto instituciones como tejido social aúnan esfuerzos para conseguirlo, al menos en cierta medida.

La prueba son las numerosas actividades que, de nuevo, como cada verano prepandémico, se vienen realizando y están previstas de ejecución.

De cabo a rabo de nuestra región no existe zona que no tenga su propio cartel de festejos, espectáculos, cultura y ocio para todos los públicos. Variados y muy numerosos, podemos encontrar desde el más simple y tímido, con misa de por medio en honor a la festividad de algún santo/a y su posterior vino de honor, hasta los más elaborados y con mayor contenido, quizá por asentados ya de forma tradicional estío tras estío.

En los pueblos, gracias a programas de las diputaciones, Junta de Extremadura o bien de los consistorios locales, la oferta está servida para que los más pequeños de la casa no se aburran y puedan combinar sus baños diarios en ríos y/o piscinas, con actividades y talleres especialmente diseñados para sus edades, guiados por monitores contratados a tal fin.

Y para los adultos, el repertorio de posibilidades para pasar un buen rato, si el trabajo lo permite, puede abarcar desde un concierto de guitarra española en el bar de al lado de casa, ofrecido por dos jóvenes noveles, pero con oído y manos privilegiados y, sobre todo, ganas de compartir su pasión, hasta festivales de danza, folclore, foodtruck o espectáculos de magia, música, teatro, humor, exposiciones, astronomía y deportes. Un magnífico plantel para tapar la boca a algún rancio que todavía se atreva a decir que se aburre porque no hay nada.

Y, como broche, tenemos a la vuelta de la esquina uno de los placentinos días grandes por excelencia: el Martes Mayor. Que se celebra el próximo dos de agosto y que recupera lo necesariamente perdido en estos últimos años, tiñendo nuevamente de colores la Plaza Mayor de la Perla del Valle y sus aledaños, a través de sus típicos productos del huerto de los agricultores cercanos.

Así que, seas de los que hacen planes o de los que prefiere improvisar, el entretenimiento está asegurado y a tu alcance. Sin olvidarme de quienes prefieren la relajación y lejanía de otros, nuestros paraísos cercanos naturales siguen a su disposición de día y de noche, a pesar de los duros golpes sufridos por los incendios pasados, que no han hecho más que incrementar su valor.

¡A disfrutar!