Cientos y cientos de veraneantes se congregaron ayer en la playa más emblemática de Ibiza, En Bossa, para realizar una práctica prohibida hasta entonces: simplemente bañarse. Tras seis días cerrada a cal y canto debido al hundimiento del buque Don Pedro , que transportaba 150 toneladas de combustible, a eso de las diez y media de la mañana una bandera amarilla indicó que el lugar, con varios kilómetros de arena y múltiples hoteles, chiringuitos, restaurantes, bares y salas de fiesta, estaba limpio en su mayor parte. Solo una pequeña zona, en el sur de este enclave, continuaba clausurada.

Las otras dos playas cerradas por el vertido del carguero de la naviera Iscomar, Talamanca y Figueretes, no corrieron la misma suerte. Ayer aún sufrían la cinta que impide el acceso al mar. Se abrirán "en las próximas horas o días", anunció el presidente del Gobierno balear, Francesc Antich, quien, como el resto de los responsables de las administraciones implicadas en este accidente ocurrido el día 11 de julio, viene mostrándose muy cauto a la hora de concretar el plazo en el que estas playas podrán volver a acoger a los bañistas.

A PLENO RENDIMIENTO Pero la más importante, En Bossa, ya está abierta y funcionando a pleno rendimiento. Las colas en los chiringuitos eran comunes, los catamaranes de alquiler se alejaban sin pausa de la costa y había tramos de arena que, de puro llenos, eran imposibles de atravesar sin zigzaguear. En resumen, la imagen de todos los veranos. De todos, menos de este.

El gremio de la hostelería en la mayor de las Pitiusas, por tanto, se encontraba ayer de enhorabuena. Lo peor ya ha pasado. Así lo reconoció, en declaraciones a Efe, el presidente de la Federación Hotelera de Ibiza y Formentera, Roberto Hortensius.

Pero a Hortensius, como a la mayor parte de la población de Ibiza--ese extraño lugar rendido al hedonismo en el que hasta los taxistas escuchan música house en vez de rumba o la cadena de los obispos--, le preocupan más los problemas para la imagen --es decir, para el turismo-- que puedan acarrear algunas informaciones sobre el accidente del Don Pedro que los daños ecológicos a consecuencia del vertido del buque. De ahí que hablara de "alarmismo infundado" para referirse a lo que ha ocurrido durante los últimos días.

Pero el Don Pedro sigue escupiendo fuel de sus entrañas. Horas después de la que la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, anunciara en TVE que todas las grietas habían sido selladas, los equipos de inmersión detectaron "alguna pequeña fuga" por la chimenea del buque. La directora general de Salvamento Marítimo, Pilar Tejo, aseguró que "hace un par de días" ya se habían localizado fugas intermitente, por esta vía, pero que habían cesado. Hasta ayer.

De acuerdo con los cálculos de Alvarez, solo cinco de los 250 kilómetros de la costa --en tres playas de las 50 con las que cuenta la isla-- se han visto afectados por el vertido del carguero. Dos aviones, tres helicópteros, nueve embarcaciones ligeras, más de 5.000 metros de barrera absorbente, dos salvamares y cerca de 300 personas están trabajando mientras los turistas de la playa de En Bossa disfrutan, por fin, de sus tan ansiados baños.