Los olvidados santosinocentes del 11-S
TEtl mundo tembló aquel día. El terror se hizo global. Las torres de Babel caían ante nuestros ojos. Llegó la anomia. El odio acumulado se concentraba en Manhattan. Siempre me fascinó esa isla. Desde aquel día mucho más. Hispanos, negros, oficinistas, limpiadoras, botones, camareros, banqueros, ejecutivos... Todos se hicieron un amasijo de sangre y detritos humanos. Algunos creían ver al mismísimo diablo en esos hierros retorcidos. Pero solo era la cara de la venganza, de la revancha del fundamentalismo frente a un capitalismo que --desde entonces-- duerme con un ojo abierto, o más bien, que ya no puede conciliar el sueño. A partir del 11-S todo ha sido una espiral de destrucción y muerte a manos de un presidente con alma de vaquero o de tahúr del Misisipi.
Y los civiles, el pueblo, los seres humanos, siguen retorciéndose de dolor en un lugar del que solo importa el petróleo. Sí, están lejos. Hablan raro. Son de otra religión: son enemigos, está claro... ¿Duerme Aznar tranquilo con tantas muertes a su espalda por hacerse una foto con su señorito? ¿Y Blair , será feliz en su retiro? Impusieron una nueva enseñanza: atacar a tu enemigo antes de que se lance sobre ti. Ni a Hitler se le hubiera pasado por la cabeza tamaño despropósito fascista. La democracia impuesta es una tiranía encubierta. Señor Bush , el próximo domingo cuando esté en misa, por favor, no se olvide de rezar por ellos, por los santos inocentes de su sangrienta guerra. Y no se olvide de comulgar, si aún considera que Dios lo tiene en su gracia.
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