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LA SEPARACION CONYUGAL DE LOS DUQUES DE LUGO.

Un esteta en la cortedel rey Juan Carlos

Las aficiones de Jaime de Marichalar por la moda y la vida social enfrió su relación con la hogareña Elena.

Un esteta en la cortedel rey Juan Carlos

Como en toda separación conyugal, las razones últimas del alejamiento afectivo de los duques de Lugo solo las conocerán las cuatro paredes de su dormitorio, lo cual no impide que las apuestas acerca del porqué verdadero de la separación se estén cruzando como dagas en su entorno.

¿Fue la dura prueba del ictus cerebral sufrido por Marichalar lo que marcó la fractura de este núcleo familiar?

¿Fue su dispar universo de gustos y aficiones lo que forzó el alejamiento, siendo ella tan amiga del deporte y la vida familiar, y él tan devoto de la moda y el trasiego callejero?

¿Fue la fuerte apuesta que el duque imprimió en los últimos tiempos a su personal forma de vivir y vestir lo que terminó por dinamitar el frágil equilibro que sustentaba ese nido?

Noticia

Ninguna de estas razones es suficiente por sí sola para echar por tierra un matrimonio, pero probablemente todas hayan contribuido a hacer estallar la que ya se ha erigido como noticia de sociedad de la temporada, y guinda (de momento) del annus horribilis del Rey: el desenlace del matrimonio de su hija Elena, a quien con tanta alegría y regocijo había casado en Sevilla en 1995 con Jaime de Marichalar, hijo de una familia noble castellana, nieto de un ministro del Ejército de Alfonso XIII, educado entre Madrid, Dublín y París y con cierta experiencia en el ámbito de la alta banca privada.

Nada hacía presagiar aquella soleada mañana hispalense las sorpresas que este matrimonio, aparentemente bien avenido, habría de dar andado el tiempo. A este lado del revistero, tampoco la clientela del papel cuché podía imaginar que ese discreto duque consorte, que parecía llamado a ocupar en la foto real un perfil bajo y difuminado, acabaría causando codazos entre la concurrencia a cuento de su personal forma de entender la presencia.

Quienes conocen de cerca a Jaime de Marichalar aseguran que su febril interés por la imagen no es una preocupación palaciega reciente.

"Siente, y no lo disimula, una atracción muy fuerte por la estética, especialmente orientada hacia la originalidad, hacia todo aquello que es diferente y se sale de la norma", cuentan voces que conviven con él casi a diario y ponen como ejemplo de esa actitud vital dandi del duque su afición a coleccionar objetos curiosos: pequeñas cajitas, postales, catálogos y grabados.

"No son objetos necesariamente caros o que tengan valor crematístico, sino que llaman su atención por su originalidad. El mismo es una persona muy original en su forma de ver la vida, ya no solo en el vestir. Tiene un punto distinto, pintoresco, no se parece a nada ni a nadie", aseguran.

Jaime de Marichalar volvió a nacer en diciembre del 2001, cuando en contra de los pronósticos, sobrevivió a un ictus cerebral que lo puso al borde de la muerte. Aunque no fue su verdadero nacimiento (vino al mundo en Pamplona en 1962), superar ese accidente vascular transformó su forma de vivir.

A partir de entonces, el duque de Lugo cambió de amistades y se volcó en hacerse un nombre en la moda, la mayor de sus pasiones desde los tiempos en los que mantuvo una relación con la estilista de la revista Telva Alicia Chapa.

"Cuando Marichalar habla de moda, dicta lecciones magistrales, da por sentado que cualquiera de sus interlocutores sabe menos que él", dice alguien que ha compartido reuniones con el aún marido de la infanta.

Para desembarcar en el mundo del lujo, el duque escogió a Nati Abascal. Poco después de sufrir el ictus, Marichalar volvió al París que tan bien conoció de soltero en compañía de la que un día fue la modelo española más internacional. Abascal le presentó a pesos pesados como Valentino y se sentó junto a él en la primera fila de los desfiles.

Cuando la Casa del Rey anunció el compromiso de Jaime de Marichalar con Elena, muchos bancos españoles pugnaron por ponerlo en nómina. Pero el Rey prefirió que su yerno estuviese al frente de una fundación.

Patinete eléctrico

De la misma forma, las empresas de lujo, deseosas de acercarse a la realeza, acogieron con interés la llegada de ese miembro que pasaba las tardes recorriendo en un patinete eléctrico la distancia entre las exclusivas tiendas de madrileño barrio de Salamanca.

"Más que amigos, Nati y Marichalar son socios. Entre los dos consiguieron convencer a Manolo Blahnik para abrir una tienda con su nombre en Madrid", explica alguien que siguió de cerca la apertura de la zapatería de lujo.

Aunque en las escrituras del negocio, aparece como socia de Abascal y de la familia Reig (los banqueros andorranos dueños

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