Los pedagogos aconsejan que el mando nunca lo tengan los niños

Ojos como platos, dedo pulgar aplastado de tanto manejar el mando a distancia, tendencia a lanzarse al sofá para no perder el sitio, silbido constante de bandas sonoras de dibujos animados o de comedias... Los síntomas de la adicción televisiva infantil están bastante claros, como también lo están los culpables de la dolencia. Los padres tendrían que entonar el mea culpa por permitir el desenfreno estival, pero tampoco deberían pasar mucho rato fustigándose. Ha llegado el momento de devolver a los niños al redil de la cordura. Organización, diálogo, implicación y el mando a distancia en manos adultas son la mejor medicina para lograrlo, según la receta de los pedagogos.

"Deberíamos reñir a los padres porque ahora los niños se enfrentarán a unos días de falta de sueño, de poca concentración y de desinterés, pero es el momento de aprovecharse de que vuelven los horarios", dice la pedagoga Noemí Santiveri.

HASTA LOS 10 AÑOS Según esta especialista, que ofrece recomendaciones que deben seguir las familias con niños de hasta 10 años, los adultos deben ser quienes tengan siempre el mando a distancia. "Si el pequeño quiere ver la tele, primero tiene que hablarlo con sus padres. Entre todos deben decidir el programa y el momento más adecuado. No puede ser que quieran ver una serie pasadas las nueve de la noche porque a esa hora deberían estar durmiendo", advierte.

Santiveri insiste en que "lo ideal es que los niños de hasta 10 años no superen los 30-40 minutos diarios delante del televisor". Si son más grandes, entonces ya se pueden pactar otros tiempos, pero siempre teniendo en cuenta otra sugerencia; el televisor debe estar apagado a la hora de cenar. "Ese es un buen momento para que la familia hable de cómo ha ido el día". Y también de que los padres demuestren a sus hijos que están implicados en su educación y que no aparcan a los niños frente a la TV.