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La charca

TLta prolongada sequía ha reducido la charca. Los peces están atrapados en un espacio cada vez más pequeño. El agua se evapora, el nivel de oxígeno se reduce y se hace titánica la lucha por la supervivencia. Boquean, saltan, intentan respirar. Los documentales me lo han enseñado muchas veces. La naturaleza se muestra cruel. Peces intentando que sus agallas atrapen el oxígeno que necesitan para seguir viviendo. Se lo quitan unos a otros mientras la charca disminuye. No hay para todos. Se revuelcan en el fango, hacinados los que vivían en el fondo y los que más cerca de la superficie tenían su hábitat.

En esta situación se encuentra ahora mucha gente. Intentado respirar en un mercado laboral cada vez más reducido. La prolongada sequía financiera hace que se roben el oxígeno los unos a los otros. Los que tenían su mundo en los niveles más bajos ven como, aquellos cuyos estudios les permitían mantenerse en las capas intermedias de la profunda charca, les quitan ahora su cuota de participación en el reparto; ven como se les niega el empleo que necesitan para seguir subsistiendo, y los que nadaban entre dos aguas comprueban como su medio es invadido por los que vivían cerca de la luminosa superficie. La sequía está haciendo estragos. La charca es cada vez más pequeña, y somos tan crueles que estamos copiando las leyes de la naturaleza. Vean el ejemplo de Badajoz. Los tradicionales aspirantes a albañiles, jardineros y personal de mantenimiento de las bolsas de empleo del ayuntamiento, ven como se les cierra el acceso. En algunos casos se exigen unos estudios mínimos de los que carecen. Los trabajos serán para los que, en tiempos de abundancia, optaban a otros puestos. No es justa esta situación. No podemos lanzar a los más débiles, para que mueran, fuera de la charca.

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