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DECLARACIONES DEL INTERVENTOR

"No me considero culpable del accidente"

Madrugó y llegó casi una hora antes de su declaración, agarrado del brazo de su mujer. Cuatro horas después, abandonó los juzgados escoltado por dos policías que le abrieron paso entre periodistas, a los que recordaban a gritos que el hombre tenía una costilla rota. Y así es. Aunque en algún momento de esta semana el interventor del tren de Santiago, Antonio Martín Marugán, pasó a ser visto con recelo por haber telefoneado al maquinista en el peor momento del trayecto, él es otra víctima del accidente. Ayer reiteró: "No me considero culpable del accidente".

Y así, por el momento, lo entiende también el magistrado Luis Aláez, que lo interrogó junto al fiscal Antonio Roma y los abogados de las partes ya personadas en el proceso judicial: Adif, Renfe y dos de las 79 víctimas mortales.

Frente al titular del juzgado de instrucción número tres de Santiago, Martín Marugán reiteró que telefoneó al maquinista para favorecer la entrada a la estación de Pontedeume a una familia que viajaba con dos niños. No eran amigos suyos, ni siquiera se lo pidieron, pero él entendió que no costaba nada intentar que el tren se parara en la vía más cercana al edificio de la estación, y evitarles cruzar por encima de las vías.

A pesar de la insistencia del juez, el interventor no fue capaz de precisar el momento en el que hizo la llamada. Finalmente dijo que había sido poco antes de descarrilar, pero que recordaba perfectamente haber colgado porque, tras el siniestro, encontró su móvil corporativo en un bolsillo. El interventor avaló la tesis del magistrado de que telefoneó al maquinista sin sospechar que este pudiera perder la atención en la conducción o despistarse por responder al móvil. "Una llamada no impide conducir un tren", añadió el revisor.

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