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CORRIDA de San isidro, en madrid

Perera y Roca Rey cortan una oreja

Perera y Roca Rey cortan una oreja

Tarde complicada la que ayer se vivió en Madrid. Cartel de figuras y público exigente. Y a ese ambiente, un poco cargado y a veces lleno de tópicos, que si a picar, que si carga la suerte, que si crúzate..., se sobrepusieron Miguel Ángel Perera y Roca Rey para cortar una oreja cada uno, lo que tiene su mérito.

La esperada corrida, de una de las ganaderías más afamadas, con 612 kilos de media, defraudó. Resultó manejable, varios toros tuvieron nobleza, pero ninguno acabo de romper. Pero con ella, además de la labor de los dos toreros premiados, se disfrutó de la gran lidia que dió al cuarto la cuadrilla de Miguel Ángel Perera, y de un puyazo inolvidable de Tito Sandoval al quinto. Y vamos con lo que pasó.

Grande, velero de cuerna, era un tío el toro que abrió la corrida. Trotón de salida, sus 590 kilos de peso le hacían justicia y parecía no tener ni un ápice de grasa. A su aire en el capote de Miguel Ángel Perera. Suelto del caballo, chicuelinas en el quite, sosito el toro pero magnífica la lidia de Curro Javier.

Comienzo de faena sin obligarlo, humillaba el de Victoriano del Río. Al natural, sitio, acople desigual. Segunda serie con la zurda, sin acabar de rematar, se echó la muleta a la diestra. Toro sin ritmo, salía distraído. Hasta que se rajó.

Largo de espinazo, toro muy grande era el cuarto, sin que se le viera regordío a pesar de los 640 kilos que anunciaba la tablilla. Quite de Perera por tafalleras, saltillera y revolera. Toro suelto en busca de su querencia entre los tendidos 9 y 10. Estupenda la cuadrilla, Javier Ambel en la lidia y Curro Javier y Guillermo Barbero con las banderillas.

Brindis al público e inicio de faena con pases cambiados por la espalda y de pecho. En redondo, en los mismos medios, gran serie. Le dio sitio en el cite y luego lo recogía y lo llevaba por abajo sin violencias. Segunda, larga e intensa, muy lograda, sin toques, se la dejaba puesta tras el remate. Tercera serie, ademán del animal por rajarse, pero lo sujetó. Al natural, tanda muy templada y ligada. Con un sector de la plaza en contra, con el toro a menos y con ganas de renunciar a la pelea, acortó distancias el torero. Gran estocada y oreja.

Perera había desmentido ese tópico de que sólo se carga la suerte cuando se avanza hacia delante con la pierna de salida, cuando cargar la suerte consiste en bascular el torero, cargar su peso, sobre esa pierna, para irse con el toro. Y eso sí lo hacía Perera.

Reunido el primero de López Simón, metió bien la cara en las verónicas de recibo. Dos picotazos y quite poco afortunado de Roca Rey por chicuelinas a la vista de las pocas fuerzas del astado. Toro protestado.

Faena que comenzó bien, sin más junto a las rayas, pero a partir de la tercera serie se vino a menos, enganchones, perdía pasos el torero. Lo cierto es que López Simón había tenido un toro manejable, que tuvo unas buenas primeras embestidas pero su faena transcurrió entre desigualdades, con fallos técnicos, en especial falta de temple. Mal con los aceros, el toro fue ovacionado y él escuchó algunos pitos.

Un tren de largo parecía el quinto. Toro que hizo pelea de bravo en le caballo, derribó en la primera entrada y fue de las que se recuerda la segunda vara. Se arrancó de largo el toro y Tito Sandoval le echó el palo cuando se iba a producir la reunión, no con el palo ya preparado y alargado. Lo aguantó, el toro recargaba, y le dio salida. Una vara de las que se ven muy pocas veces. Cojito era su nombre, quiso ir otra vez al caballo a tercio cambiado, y tuvo gran tranco en banderillas.

Sin mandar

Comienzo de faena de López Simón de hinojos en redondo. Segunda también con la diestra, y tercera. El torero daba pases pero no toreaba, no mandaba en la embestida. Al natural, lo ahogaba y el animal se aburrió. Más que auténticamente bravo, el toro había sido bravucón.

Enorme también por grande el tercero. Abanto de salida y suelto del capote de Roca Rey, se fue corrido al piquero que guardaba la puerta. Manso de libro, buscaba la salida. Tercio de varas muy embarullado, el toro, con descaro, se fue a la puerta de toriles, por lo que allí tuvo Juan José DomÍnguez que clavar al sesgo el tercer par, algo que pocas veces se ve hoy.

Toro hasta entonces muy deslucido, primero huido y cuando lo sostuvo junto a tablas perdió las manos. En la misma puerta de toriles, por fin lo pudo sujetar el peruano. Acobardado el animal, no tenía más que era manso pero en su querencia metía bien la cara, como tantos y tantos mansos.

Series al natural de buen concepto y muletazos cosidos con la diestra, con un circular invertido. Estocada en todo lo alto, sonó un aviso pero Roca Rey había dado con la tecla de un manso que, en su querencia, muy acusada, rompió a embestir. Oreja.

El sexto fue el más desclasado del encierro. Se simuló la suerte de varas, lo que se protestó con razón. En el último tercio se movió pero derrotaba al final del muletazo.

Tarde de Madrid, no de las que llevan al cielo, pero también de las que dan cuenta de la dimensión de los toreros. Perera y Roca Rey dueños de sendas tauromaquias con muchos argumentos. Y López Simón, que nada recuerda a aquel torero que abrió varias veces la Puerta de Madrid.

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