Obligados por el estado de alarma, pero también por responsabilidad, miles de negocios extremeños han tenido que cerrar al público sus negocios tras decretarse el estado de alarma por la crisis del coronavirus. Muchos de ellos son pequeñas empresas cuyos servicios eran estrictamente presenciales. Ahora, están recurriendo a las nuevas tecnologías para tratar de capear el temporal y salvar sus negocios. Sin saber muy bien cuánto durará esta situación, intentan seguir atendiendo a sus clientes y generando ingresos que les permitan afrontar los pagos de nóminas, seguridad social y cuotas de autónomos.

Lola Fuentes da clases de inglés por Skype / EL PERIÓDICO

Es el caso de la escuela de música de Pilar Vizcaíno, en Mérida. Semanalmente por este centro pasan unas 500 personas entre alumnos, profesores y los miembros de la Joven Orquesta y la Banda de Música de Mérida, a las que dirige, pero desde el 13 de marzo, día que cerró sus puertas, no se oye ningún acorde. «Llevaba pensando varias semanas qué hacer si llegaba ese momento, desde que vi lo que estaba sucediendo en Italia», explica Pilar Vizcaíno. La escuela cuenta con 260 alumnos, de 5 a 75 años, y una plantilla de 10 profesores. Ni quería dejar sin clase a unos ni sin empleo a otros, por eso decidió seguir impartiéndolas ‘on line’. El primer día, reconoce, fue un «poco caos», pero después la situación se ha encauzado.

«La respuesta ha sido maravillosa, el 98% de los padres nos han dicho que pasemos el recibo de abril, que se recuperaran o no las clases ellos abonaban la cuota con normalidad. Es una suerte contar con familias así», cuenta emocionada Pilar. Todos los alumnos a partir de 6 años están recibiendo sus clases, que los profesores imparten desde sus propias casas a través de diferentes plataformas digitales. Las nuevas tecnologías han sido para la escuela una tabla de salvación hasta la crisis amaine. «Un mes podría haber afrontado las pérdidas, pero más no», asegura su directora, quien están deseando que el centro vuelva a recuperar su actividad habitual. «Dan ganas de llorar al verlo vacío», confiesa.

También han tenido que recurrir a la red en el gimnasio Specialized Training, aunque en su caso «el bajón» de clientes ha sido considerable. Ofrecen entrenamiento personal en su sala de la calle San Juan de Dios de Badajoz, a donde acuden una media de 180 personas, pero esta cifra se ha reducido ahora a menos de la mitad. Tras echar el cierre al negocio físico se plantearon la manera de generar «al menos un mínimo de ingresos para afrontar los pagos» y, al mismo tiempo, facilitar a sus clientes que pudieran seguir realizando ejercicio, aunque fuera en sus casas. Han diseñado una oferta con distintas alternativas: programas de entrenamiento, sesiones por videoconferencia en directo y un reto. Este último, que pretende servir de motivación, consiste en completar un entrenamiento diario, que el usuario recibe por la mañana y al que puede ir sumando puntos si pone en práctica otros hábitos saludables, por ejemplo a través de una dieta sana.

Alumnos de la Escuela de Música Pilar Vizcaíno / EL PERIÓDICO

«Nos vamos adaptando al cliente, por si podemos ofrecerle tanto ayuda para que lleve mejor el confinamiento, como para que pueda continuar con el trabajo que lleva realizando todo el año», explica Isabel Trigo, gerente de Spezialized Training. De momento, los usuarios están «satisfechos» con este nuevo sistema, pero la empresaria reconoce que será difícil mantener a la plantilla al completo con un 60% menos de actividad.

Tras muchos años trabajando en una academia, hace dos que Lola Fuentes es autónoma y da clases particulares de inglés en su casa, en Cáceres, a través de su propia empresa: Why not now? Antes de que se decretase el estado de alarma ya había decidido proponer a sus alumnos dar las clases por Skipe. Todos aceptaron y, aunque algunos prefieren las lecciones presenciales, se han adaptado muy bien al nuevo método de trabajo. «A la mayoría le sirven de distracción y están deseando que llegue la hora de inglés», comenta Lola. Las clases se pagan por mensualidades y los alumnos ya han abonado la cuota de marzo. «En abril ya veremos qué pasa, aunque ninguno me ha dicho que esté pensando en dejarlo, pero si esto se prolonga no sabemos en qué situación económica se quedará la gente», dice esta profesora, para la que esta actividad es su única fuente de ingresos.

A pesar de todo, Lola se siente afortunada, porque a diferencia de otros autónomos que han tenido que cesar su actividad sin más alternativa, ella ha conseguido mantener su negocio con internet como aliada. «De todas las crisis se saca una oportunidad porque se agudiza la imaginación», afirma, al tiempo que no descarta en el futuro mantener el servicio de clases de inglés ‘on line» para tener un mercado más amplio.

Damián Barroso, que regenta la tienda de moda Montana en Badajoz desde 1987, no tiene página web. Es defensor del comercio tradicional y del trato directo con el cliente, lo prefiere a la frialdad de internet. Desde que cerró su tienda hace una semana ha aprovechado para colocar la nueva temporada y también está dedicando más tiempo a las redes sociales, a sus perfiles de Instragram y Facebook, desde donde le están realizando algunos pedidos. Quiere ofrecer a sus clientes la posibilidad de que realicen sus compras si así lo desean «y sentirme útil», afirma. La incertidumbre sobre el tiempo que se prolongará esta situación hace que se esté planteando la venta ‘on line’ como una fuente de ingresos, porque «a mí los pagos a lo mejor me los pueden aplazar los proveedores, pero pagar tengo que pagar porque la mercancía ya está servida», explica. «Después de esto no descarto tener en el futuro una página web, para afrontar cosas como esta», asegura Damián, que es consciente de que podrá afrontar las facturas esta temporada, pero que si no hay ingresos durante un tiempo «me quedaré a cero y no podré hacer frente a la próxima campaña».

Por eso, y ante las dudas que suscitan para muchos aún las medidas de apoyo a los autónomos, pide a los ciudadanos que cuando la crisis pase, «nos compren a nosotros, al pequeño comercio, que no solo somos un negocio, somos vecindario y hacemos barrio».

Distribuciones Rivero ofrece en Facebook su stock

La necesidad agudiza el ingenio y esta crisis ha cogido a muchos negocios desprevenidos y con la urgencia de reinventarse. Es el caso de Distribuciones Rivero, una empresa de distribución de alimentación de Badajoz dedicada a la hostelería. La mayoría de sus clientes son bares, a los que surtía diariamente, y como han cerrado se quedó con mucha mercancía con fecha de caducidad que podía estropearse y que además necesita vender para poder pagar las facturas, porque no se la recogen. Se trata de un negocio familiar del que dependen tres hogares, así que Tania Rivero decidió tirar de Facebook para vender todos los productos almacenados con entrega a domicilio en viviendas por pedidos superiores a 50 euros.

No preveía que la respuesta fuese tan inmediata. A los dos días ya había apurado algunas existencias, como las del papel higiénico y el lomo. Rivero pensó que su iniciativa le podía venir bien a personas mayores o familias que no se atreviesen o pudiesen guardar colas en las tiendas. ««Es bien para mí, es bien para ellos y nosotros vendemos esa mercancía que no quiero que se estropee», explica. Se ha difundido tanto que los pedidos no han parado, por teléfono y por Whatsapp. En su negocio, Tania se dedica a la preventa, va por delante recogiendo pedidos, entre 70 y 80 visitas diarias, y su cuñado reparte al día siguiente. Ahora desde casa hace los pedidos de los particulares. «Mi idea es sacar todo lo que tengo en el almacén, no sé hasta cuándo durará esto, pero quiero hacer una limpia hasta fin de existencias y quedarme en pausa, como estamos todos, hasta que reabra la hostelería».