No tiene estudios, pero ha bregado mucho con las reses, que se han convertido en su universidad de la vida. Pasó la infancia recogiendo aceitunas y en invierno apenas iba a la escuela. Desde los ocho años cuidaba animales y ha tenido multitud de trabajos: «de ninguno me han despedido porque siempre he dado el cien por cien. Sé lo que es sentirse mal», sostiene Jesús Manuel Martín Crespo, el cabrero ‘youtuber’ más famoso de este país.

Nació el 23 de febrero de 1979 en Torre de Don Miguel, un pueblo cacereño que apenas llega a los 500 habitantes. Pero, cuando le preguntan por su lugar de procedencia, él dice orgulloso: «Soy hurdano. Mis padres son de El Gasco y La Fragosa, dos alquerías de Las Hurdes».

Este pastor extremeño se dedica a la ganadería y a la agricultura. Hace un año subió su primer vídeo a las redes sociales, la gente empezó a compartirlo y hacerse viral, «y así más, y más, y más», comenta sorprendido. En la actualidad, cuenta con casi 600.000 seguidores de España, Latinoamérica y de otros muchos países del mundo. Solo la semana pasada, su página de Facebook sumó 2,5 millones de visitas.

Crespo es todo un ‘influencer’, aunque advierte: «Ni me lo tengo creído ni voy a abandonar lo mío por dedicarme a esto». De hecho, cuida de sus 390 cabezas de ganado de la raza verata. «Llevo más de 20 años con ellas». Las cabras pastan todos los días entre las 16 hectáreas de su finca y las 2.700 autorizadas por la Junta de Extremadura. Recibe a este diario en su explotación, un lugar sencillo y lleno de encanto en las inmediaciones de un risco vigilado por la torre de La Almenara, un baluarte defensivo situado en Sierra de Gata. Desde aquí narra que en sus grabaciones, con cientos de miles de reproducciones, aborda los asuntos cotidianos y, cómo no, la situación del sector primario: «La mayoría de las leyes no encajan en el mundo rural. Creo que esto va al declive, no se puede seguir sosteniendo, se va acabar con la ganadería y la agricultura, las cosas no van bien encaminadas», lamenta.

Los precios igualmente ocupan la actualidad del cabrero. «Los productos no valen lo que hace 40 años, sin embargo se venden al mismo precio. De la misma manera tenemos que hacernos cargo de bastantes pagos, crotales, veterinarios... Es imposible vender cabritos, corderos, terneros y encima en las fincas estamos super saturados a papeles». Indica que «cualquier cosa vale más que un cabrito, se tira cinco meses en la barriga de la madre, otro mes para criarlo y luego lo despachas por 28 o 30 euros; eso es inviable totalmente. Y además tú compras pienso, gasolina para la ordeñadora, los productos valen una barbaridad. Tengo amigos que ganan 6.000 euros al mes de leche y les quedan 1.000; con eso deben pagar la Seguridad Social».

Los ‘corbatinas’

En sus apariciones se ha hecho conocido el término de los ‘corbatinas’. Así define Jesús Manuel a los políticos, «que hacen leyes del campo que no se amoldan a la realidad», destaca. Otro de sus vocablos famosos es el de ‘autóctonos’: «Son gente de pueblo o de ciudad que mira por lo suyo, tienen sus tradiciones y velan por su cultura. Se adaptan al terreno y a las situaciones de la vida».

Asimismo, Crespo opina sobre la España vaciada: «Tendríamos que tener mejores líneas de internet para que la gente que vive en las ciudades pudieran trabajar desde el pueblo».

A todo esto se añade el carácter casi terapéutico que aporta en sus publicaciones. Le escriben personas que padecen enfermedades, que no tienen trabajo, que están en la calle y hasta un médico australiano le contó que los pacientes mejoran sus estados de ánimo al verlo en YouTube y en las redes.

Finalmente, defiende el ecosistema natural, el toro bravo y el control de los jabalíes. Apela a que en los institutos enseñen lo que es el campo, «porque de aquí viene la vida» y piensa que la educación es «el pilar fundamental de una nación y su futuro». Crespo rompe una lanza en favor de los derechos fundamentales. Subraya que hay que enseñar a los niños para que no sean clasistas, «uno puede ser de una raza, ser gay, lesbiana, gordo, flaco, alto o bajo, pero lo importante es no discriminar, nadie es más que nadie». Y concluye: «habría que usar el conocimiento para tender puentes».

Llega la hora del aperitivo, Crespo, cuya experiencia ha sido recogida por multitud de medios de comunicación internacionales, invita a un refresco en el bar Carpe Diem de Torre de Don Miguel mientras habla de la cabra, un animal que define como «familiar e independiente y que se ajusta a ese refrán que proclama que siempre tira al monte». Enseguida muestra dos cuernos de sus reses y se despide entre risas: «Esto da buena suerte».