«Queremos ser madres» fue lo que le dijeron a su médico de cabecera Natalia Borrella Moreno --de 32 años-- y Soraya Moreno Cordero en 2019 --de 33-- hace ya dos años, los que hará en diciembre Julieta, la hija de ambas. 

Las dos son extremeñas y en 2018 decidieron casarse para poder formar una familia. «Teníamos que hacerlo si queríamos que el niño/a fuera de las dos», explica Natalia. «De no ser así, una sería madre soltera y la otra no tendría autoridad legal sobre él o ella», añade. «Por ello para poder tener ambas la tutela tomamos la decisión de casarnos. Si no fuera por esto, en realidad en ese momento no estaba en nuestros planes de vida contraer matrimonio», relata. 

Tras meditar los diferentes métodos decidieron optar por la reproducción asistida por la Seguridad Social. Antes de iniciar el proceso, la pareja tenía claro quién iba a ser la gestante. «Siempre quise ser madre. Me encantan los niños. Me he dedicado a la animación infantil mucho tiempo y quedarme embarazada es algo que he contemplado toda la vida. Por otro lado mi mujer nunca se había planteado gestar, aunque sí formar una familia juntas. Sin embargo, ella en todo momento ha estado dispuesta a quedarse embarazada si yo no podía tener hijos por problemas de fertilidad», cuenta Natalia. 

Soraya, Natalia y Julieta. Silvia Sánchez Fernández

Sobre el proceso, hacen una valoración positiva. «Una vez le comunicamos al médico que queríamos ser mamás fue todo bastante rápido. En Extremadura es un servicio que funciona muy bien. Sin embargo nos llevamos la sorpresa de que fuimos nosotras mismas las que tuvimos que explicar los pasos a seguir al doctor, pese a ser idénticos a los que se siguen en parejas heterosexuales. Es algo que a día de hoy seguimos sin entender. Después nos derivó a Planificación Familiar», recuerda. «Una vez que me hicieron las pruebas correspondientes, la atención sanitaria fue rápida y enseguida me trataron en el Centro Extremeño De Reproducción Humana Asistida de Badajoz. Al poco tiempo me quedé embarazada», continúa Borrella.

"Una vez le comunicamos al médico que queríamos ser mamás fue todo bastante rápido. En Extremadura es un servicio que funciona muy bien"

«De ahí en adelante todo fue rodado hasta el momento del parto», asegura. «A Soraya la trataron como si fuera mi hermana en lugar de mi mujer. Para los sanitarios que estaban en ese momento en el paritorio, era la tía de la niña y no se dirigieron a ella como su madre en ningún momento», lamenta.

«Sensibilidad sanitaria»

Natalia y Soraya consideran que el personal sanitario debería tener «mayor sensibilidad» a la hora de tratar con familias diversas. «Quizá no deberían dar por hecho que todas las parejas son heterosexuales. No encuentro la diferencia entre que dos madres tengan un hijo a que lo tengan un padre y una madre», reflexiona Natalia.

Esta afirmación la respalda Silvia Tostado, presidenta de la Fundación Triángulo de Extremadura. «Lo primero y ante todo, este país se tiene que plantear un gran debate sobre la paternidad y la maternidad. Hay que desvincularlo del hecho del ADN. Ser madre y padre es algo que va mucho más allá de eso», reivindica. «Por otro lado es imprescindible que la sanidad se sensibilice con el tema. Sin generalizar, porque no creo que sea una cuestión de desconocimiento ni algo que suceda a nivel general, sino que se trata de puro posicionamiento ideológico y es algo particular», opina. «También es justo destacar que en la región, el Servicio Extremeño de Salud siempre ha avalado que las mujeres lesbianas y solteras sean madres, algo que no ha ocurrido en otras comunidades autónomas. De hecho, en la Ley LGTBI de Extremadura de 2015 aparece, con toda la intencionalidad del mundo, que todas las mujeres lesbianas tienen derecho a la reproducción asistida. Sin puntos ni comas», incide. 

En la Fundación Triángulo tienen un programa en el que apoyan la diversidad familiar con diferentes actividades y Tostado invita a que todas las familias participen. «Natalia y Soraya ya lo hacen», concluye.  

¿Qué reclaman desde Triángulo?

«Cuando se aprobó el matrimonio igualitario en España --año 2005-- se aprobó la adopción, pero se les olvidó que las lesbianas tenemos útero», afirma Silvia Tostado, presidenta de la FundaciónTriángulo en Extremadura. 

«Entonces se reclamó que qué pasaba con los hijos de las parejas de lesbianas y fue cuando en la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, se incluyó, en la disposición adicional del apartado 3 al artículo 7 de la Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida, que cuando una mujer estuviera casada con otra, el hijo, según el Registro Civil, sería de ambas. Sin embargo no dice nada de las parejas de lesbianas no casadas y esto es excluyente porque a las parejas heterosexuales no les pasa», explica.  

No es el único punto que consideran «discriminatorio» desde la asociación, sino que además consideran que hay otro de «vital importancia» que debe cambiar.  «Si queremos incrementar la tasa de natalidad una de las primeras cosas que tendríamos que hacer sería eliminar que solo se puede tener un descendiente por pareja por reproducción asistida. No puede ser que la Ley 14/2006, que regula este método, recuerde a la política de hijo único de China», reclama. 

«A día de hoy hay miles de parejas que no tienen otra opción para poder formar una familia, ¿por qué no le dan la oportunidad de ampliarlas y no que tienen que recurrir a clínicas privadas?», apostilla. 

Natalia y Soraya quieren ser madres de nuevo, aunque aseguran: «Lo tendremos que hacer por nuestra cuenta». 

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