L

os medios de comunicación,

especialmente el periódico, constituyen un bien social que redunda en el entorno en el que se desenvuelven, empezando por las personas que se informan, se forman un criterio crítico del mundo en el que viven y adquieren un sentido de pertenencia a una comunidad, de manera especial en el caso de diarios regionales, como El Periódico Extremadura. Esa comunidad se beneficia del dinamismo que genera la publicación del desarrollo cultural, también económico, que acarrea. En esa línea se han expresado los últimos papas: Pablo VI, ya en la I Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, en 1967, llamaba la atención sobre la importancia de los medios como vehículos de transformación social y cultural; veinte años después, san Juan Pablo II vinculaba las comunicaciones sociales a la justicia, la paz, los derechos humanos, la libertad, la igualdad y el bien común, y más recientemente, Benedicto XVI hablaba de los medios como red de comunicación, comunión y cooperación.

El amor a la verdad, que está en la base

de la libertad, y el afán por promover una sociedad vertebrada por principios cristianos ha hecho que la Iglesia haya sido promotora de un sinfín de cabeceras periodísticas con marchamo católico. Una de ellas fue el Extremadura, cuyo primer número vio la luz el 1 de abril de 1923 de manos de la Acción Católica Diocesana, en la diócesis de Coria, posteriormente Coria-Cáceres. El nombre clave en el origen de esta casi centenaria publicación fue el de Pedro Segura y Sáez, Obispo de Coria, y personaje muy relevante que llegó al cardenalato.

A lo largo de estos 95 años, la sociedad

ha cambiado a todos los niveles y el Periódico ha tenido que adaptarse a nuevos escenarios. En todo ese devenir, ha mantenido en sus páginas la presencia de la acción eclesial, tanto en el relato informativo como en las firmas que conforman el listado de colaboradores, entendiendo que la fe es un elemento fundamental en la construcción, en el sentir, en la historia y en el modo de entender la vida en nuestra región, donde se ve cómo la Iglesia ha sido promotora de cultura a todos los niveles, el culto ha engendrado cultura con reflejo en la literatura, la pintura, la arquitectura o la escultura. El hecho religioso está detrás de la educación, la conservación de nuestro patrimonio y la acción social en todo momento, especialmente cuando la crisis se ha cebado con nuestros paisanos. Ello es explicable porque la fe tiene una dimensión personal, pero otra comunitaria y social, ya que la creencia, si es real, adquiere compromiso con los semejantes.

A día de hoy todos somos conscientes

de que, a la crisis económica, a los periódicos se le suma otra que podríamos calificar de «reconversión», como lo han sufrido otros sectores y que se hacen cada vez más frecuentes por el avance inusitado de las nuevas tecnologías. A pesar de las versiones periodísticas de todo tipo que se nos ofrecen en Internet, diarios como el Periódico Extremadura aportan la fiabilidad de una marca acreditada, una cabecera que no solamente informa, sino que nos ofrece a diario una información creíble, ya que la credibilidad de las fuentes es uno de los problemas que descubrimos en el diluvio de informaciones que nos encontramos hoy en todo tipo de formatos.

El problema de la verdad se ha puesto en el centro del debate sobre el futuro de la prensa. Hoy se han colado en el lenguaje de la calle palabras como posverdad, la distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales, un concepto incluido por la Real Academia de la Lengua en la última actualización del diccionario de la lengua española el pasado diciembre.

También en el mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año, el papa Francisco se refería a las fake news, las falsas noticias, esa «desinformación difundida online o en los medios de comunicación tradicionales. Expresión referida a informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas», según recogía el mensaje papal. Es evidente que esas «incursiones periodísticas» de Internet a las que me refería antes y, de manera particular, de las redes sociales, en medio de una cultura relativista que, con frecuencia, no cree que la verdad nos hace libres, está elevando el nivel de preocupación por estos temas.

En ese escenario cobran relevancia y nos

aportan tranquilidad los medios de siempre, con su evolución, seriedad y buen hacer. Por ello, llegados a este punto, no solamente felicito a El Periódico Extremadura, y a todos los que lo hacen posible, por sus 95 años de vida; también los animo a todos a que sigan trabajando. Os necesitamos. k