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uropa es, ante todo, una solución, un antídoto frente a la barbarie que siempre, con tenaz cadencia mortal, nos asola sin misericordia a todas las generaciones. Europa es un proyecto de futuro y una realidad presente que deberá labrarse día a día para convertirla en un lugar más seguro, más próspero y más social, conscientes de que éste es un árbol que hoy plantamos y a cuya sombra seguramente no nos sentaremos. Pero se sentarán nuestros hijos, y después los hijos de nuestros hijos, con la esperanza de no revivir la trágica experiencia de sus antepasados. La Europa por la que trabajamos es una Europa que lucha sin tregua contra el terrorismo, de manera coordinada y solidaria; que siente a Londres, Manchester, Niza, París, Madrid, Barcelona, Bruselas, Estocolmo y Berlín como ciudades hermanadas porque cuando se ataca a una, se ataca a todas. Queremos una Europa que protege sus fronteras exteriores, las únicas que conoce, porque ha borrado las interiores. Una Europa que no es insensible ante quienes se hacinan a sus puertas pidiendo techo y comida. Una Europa que se quiere construir mirando de frente al Mare Nostrum, el mismo en cuyas aguas se miraron los filósofos, los políticos, los artistas, los guerreros nobles; un espacio que fue pasillo en una casa con muchas dependencias, con voces diferentes, pero con un idioma común. Un Mar Mediterráneo que no queremos que se convierta en un segundo Mar Muerto ni en un Mar de los Muertos.

Europa ha de ser el dique que frene tanta sinrazón, no puede ser sólo un cajero automático. La Europa que queremos construir es una Europa en la que la sanidad y la educación sean auténticos derechos sociales y no meras prestaciones de servicios. Queremos una Europa que busca el pleno empleo y el crecimiento no a cualquier precio y aún menos a costa de las personas; una Europa que permite a los jóvenes formarse adecuadamente e imaginar el futuro con la confianza de que al concluir sus estudios hallarán un trabajo acorde con su preparación y que por él recibirán una remuneración adecuada: un trabajo que les permita vivir dignamente más que hacerles ricos; un trabajo que antes de hacerles ricos les permita hacer ricos a los demás; una vida en la que triunfen o aprendan, pero no fracasen. Queremos una Europa que haga de la protección del medio ambiente una seña de identidad y que luche por la consecución y el mantenimiento del Estado del Bienestar. Una Europa consciente de su papel de equilibrio en el concierto internacional, cohesionada en la diversidad, respetuosa con la discrepancia, integradora con la discapacidad y firme en la preservación de sus valores tradicionales. Una Europa que mire al otro lado del Atlántico, hacia Iberoamérica, en la seguridad de que será una mirada correspondida. Y que en ambos lados del mar que nos une, combatamos por preservar nuestros valores tradicionales e imperecederos: la democracia, la libertad, la igualdad y la solidaridad.

En julio de 1989, Mijail Gorbachov, Premio Europeo Carlos V (2002), pronunció un importante discurso en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Era un discurso revolucionario por cuanto planteaba otro modo de ver Europa; una reivindicación mediante la que pedía la construcción de una casa común europea, ecológicamente limpia, un espacio de seguridad jurídica que abarcase desde el Atlántico hasta los Urales, en el que se respetasen los derechos humanos y que auspiciase la cooperación económica, científica, técnica y cultural. La historia posterior, por conocida, no precisa ser contada; sólo lamentar la ocasión perdida.

Casi tres décadas después, la sociedad global en la que vivimos sigue aquejada de graves problemas y continúa buscando un lugar de encuentro en el que dirimir controversias. Por historia, por situación, por convicción, Extremadura puede ser la casa común de dos mundos: Europa e Iberoamérica; desde una Europa que existe más allá de los Urales hasta una Iberoamérica que linda con el Pacífico, al que dio nombre un extremeño. Ya ha dado un primer paso constituyendo la Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, con sede en el mismo lugar en que murió quien gobernó gran parte de Europa y la Nueva España: el Real Monasterio de Yuste. Una fundación que bajo los principios de lealtad, de respeto por las respectivas identidades, de beneficio mutuo y de solidaridad, tendrá como objetivo contribuir a la promoción de la democracia y el respeto a los derechos humanos, así como el fomento de la paz y la concordia internacional.

Un periódico que lleva en su cabecera el nombre de esa casa que deseamos sea de todos debe ser un agente que propicie activamente el encuentro de dos mundos. Un medio con muchas voces, con diferentes visiones, pero con un propósito común. Larga vida al Periódico Extremadura para que logre ver crecido el árbol que estamos plantando. k