En los primeros días de febrero la ciudad de Cáceres ha celebrado y celebra desde siempre (siglo XVI) la que es su romería más antigua: la Romería de San Blas. En un principio había dos cofradías del santo en la capital cacereña: una que tenía su sede en la actual ermita de las Candelas y otra en la ermita y hoy parroquia de San Blas.

Para distinguirla de la primera, Serafín Martín Nieto en el libro 'En torno a San Blas', dice que la segunda era conocida como la cofradía de San Blas el Mozo, San Blas del Ejido, San Blas "que dicen de la carrera ancha", San Blas de Vadillo o San Blas "cerca del cerro de San Vito". Durante un tiempo coexistieron juntas, pero a partir de 1611, por mandato episcopal, solo quedó la de la ermita de San Blas.

Los primeros datos sobre la existencia de la ermita de San Blas datan de 1491, cuando se describe la visita de un corregidor a los ejidos de la villa. El libro más antiguo que se conserva de la cofradía es de 1546.

En 1554 Don Francisco de Carvajal y Sande deja establecido en su testamento que la fiesta de San Blas tenga todo el realce debido para lo cual hace la donación económica correspondiente. Posiblemente estemos ante la fecha del nacimiento de la actual romería. En 1594 era tal la aglomeración que se obtuvo licencia para decir la misa fuera de la ermita.

En 1612, el primer año después de la fusión de las dos cofradías, la tarde del día 2 de febrero se trajo de la parroquia de San Juan la reliquia del santo para la fiesta del 3, y desde ese año hasta 1985 la tarde de las Candelas (día 2) fue fiesta local en Cáceres. Esto da idea de la popularidad que adquirió en la ciudad la bajada de la reliquia del santo la tarde de ese día.

¿Por qué la tradición de las roscas de San Blas? En 1633 "el escribano Benito Michel dio limosna al santo de una fanega de trigo la cual se amasó y se hizo roscas para el día del santo". En 1638 el mayordomo Pedro de la Peña "hizo roscas para la romería del santo, por las cuales los devotos dan limosnas y ello es muy aprovechado por la cofradía".

Cambiemos lo que haya que cambiar, actualicemos lo que haya de actualizar pero no dejemos que se pierdan las tradiciones que nos legaron nuestros antepasados.