Han pasado más de tres años, pero R. J. M., una de las víctimas del agresor múltiple, no ha podido olvidar. "Algo así no es fácil de superar, te marca para siempre".

A esta joven de 26 años --tenía 22 cuando sufrió la agresión-- el suceso le ha cambiado la vida, hasta el punto de que tuvo que marcharse de su pueblo. "Me fui a Gerona a trabajar, pero aun así me cuesta salir sola, y cuando vuelvo al pueblo me resulta imposible pasar por el lugar donde todo sucedió".

No tiene duda sobre la identidad del agresor, al que ayer volvió a ver y a reconocer durante el juicio. Fue él, recuerda, el que la noche del 28 al 29 de abril del 2001 la asaltó cuando regresaba a casa. "Me puso una navaja en el cuello, me tapó la boca y después de decirme que cómo una chica como yo iba sola por la calle habiendo cabrones como él, me quitó parte de la ropa y me obligó a hacerle tocamientos mientras él me los hacía a mí".

Ahora sólo quiere que pague por lo que le hizo.