Muchos estudiantes vuelven a preferir la residencia al piso compartido. "Llevo 16 años como directora y jamás nos ha ocurrido lo del año pasado: las solicitudes nos desbordaron. Este lleva el mismo camino", explica Maria Angeles Olivenza, responsable de la residencia universitaria San José, dependiente de Caja Extremadura. Los dos centros pertenecientes a la Junta registran datos similares: Mario Roso de Luna recibió el año pasado 500 solicitudes para 195 plazas (muchas, además, están ocupadas por alumnos de otros años), y Muñoz Torrero contabilizó hasta 330 peticiones por encima de su capacidad, pese a disponer de 176 plazas. El Colegio Mayor Francisco de Sande, de la diputación, también suele registrar unas 200 solicitudes para 75 plazas. Incluso las residencias privadas se llenan con rapidez. Las listas de espera, por tanto, ya son habituales en unas y otras.

¿Por qué esta demanda? Los responsables de los centros consultados por EL PERIODICO coinciden en dos razones fundamentales. Por un lado, la subida del alquiler de los pisos, al que hay que sumar comida, electricidad, gas o agua con sus alzas respectivas. Frente a ello, los estudiantes pagan entre 300 y 500 euros mensuales en las residencias y tienen todo cubierto. Por otro lado, cada vez se valora más el ambiente de convivencia y estudio de las residencias, donde se atienden por completo las necesidades de los universitarios (cocina, limpieza...) y éstos tienen más tiempo para sus carreras, además de otras ventajas (piscinas, pistas deportivas, bibliotecas, wi-fi ...). Tampoco se producen las disputas de los pisos por el reparto de tareas o el ruido a la hora de estudiar. "De hecho, algunos se marchan a pisos y vuelven a pedirnos plaza", indica la directora de San José.

Todos estos centros tienen abierto el plazo de admisión de solicitudes. El hecho de que exista una demanda elevada no debe desalentar a los estudiantes a enviar su petición, porque la mayoría de las residencias, especialmente las públicas, se rigen por dos criterios fundamentales: las notas del alumno y su renta familiar. De hecho, los antiguos residentes deben aprobar cierto número de asignaturas o créditos para continuar ocupando su plaza (cada vez son más los alumnos que permanecen hasta que acaban su carrera), una exigencia que también se extiende a algunas residencias privadas.

Llama especialmente la atención la lluvia de solicitudes para entrar en las dos residencias de la Junta de Extremadura, cuyo precio, subvencionado, ni siquiera alcanza los 293 euros mensuales. Mario Roso de Luna está situada en el mismo campus y responde a un concepto muy europeo, con apartamentos adosados a modo de pequeños chalets rodeados de césped. Muñoz Torrero, en pleno núcleo urbano, frente al complejo San Francisco, también ofrece todos los servicios que necesita el alumno. Ambas coinciden en su filosofía, al crear un lugar de formación continua mediante actividades culturales, deportivas y de ocio.

Los mismos principios de convivencia y enriquecimiento humano aplica el Colegio Mayor Francisco de Sande, el único de toda Extremadura, instalado en la Casa Palacio de los Pereros (siglo XVI), en el corazón del casco antiguo. Pertenece a la diputación y se distingue por su convenio con la propia universidad. Entrar no es fácil. Cada año quedan libres unas 30 plazas y hay 200 peticiones. Los alumnos que más pagan abonan una cuota de 540 euros, pero dos tercios de las plazas se reservan a becados.

En cuanto a las residencias privadas, San José es la mayor con 204 plazas, aunque no suele aceptar más de 160 alumnos para un mejor funcionamiento. Su directora explica el alza en las peticiones: "Aquí tienen piscina, cafetería, biblioteca, wi-fi , aulas de estudio y dibujo, paddle o gimnasio por 450 euros".

Las Hijas de Cristo Rey también dejan estudiantes fuera cada año. Su residencia está ubicada en el Palacio de los Duques de Abrantes (XVI), declarado Monumento Histórico Artístico. "Cada vez se valora más la comodidad de una residencia como ésta, con una biblioteca excepcional, comida casera, jardín, todas las habitaciones individuales y ambiente de silencio y estudio por 500 euros", señala la directora.