Juan Jiménez Parra expone en el Café-Bar Cañadul 32 dibujos de pequeño formato hechos con tinta y cinco cuadros realizados con pintura acrílica inspirados en el mundo del jazz y del blues.

--¿Desde cuándo pinta?

--Más en serio, hace unos 20 años. De niño, cuando tenía 8 ó 9 años ya estuve en la Escuela de Bellas Artes. Lo retomé a los 22 años.

--¿Quién le influyó en sus primeros años?

--Juan José Narbón. Fue el pintor más conocido de Cáceres. Rompió con el molde costumbrista que hasta entonces dominaba en Extremadura. Yo era vecino suyo, era amigo de su hijo, que también pinta, y lo que más me influyó fue conocer y visitar su casa. Yo veía allí sus cuadros.

--¿Por qué ha llamado a sus dibujos apócrifos?

--Porque son muy ficticios. Muy fabulosos. Apócrifo es algo que tiene que ver poco con la realidad. Están hechos de forma un tanto accidental. Me he dejado llevar un poco por la intuición.

--¿Por qué unos pintores tienen reconocimiento y otros no?

--Pues no se sabe muy bien. Es como una lotería. Nunca sabes si lo que estás haciendo va a tener aceptación o no. Hay algunos en los que se fija la política, por la razón que sea. También hay otros que se lo merecen porque son buenísimos. Es algo muy subjetivo.

--¿Cuál es su objetivo en la pintura?

--Mi objetivo es ser como Tàpies. Me gustaría dedicarme en exclusiva a pintar. Esta es mi pasión.