Durante muchosaños, siglos quizás, Tornavacas amanecía a sus fiestas con los sones de la dulzaina que al atardecer amenizaba la verbena con valses y pasodobles antes de ponerle brillante punto final con una jota.

A mediados de los años cincuenta del siglo pasado dos indígenas autodidactas formaron una orquesta capaz de sacar de su saxofón y batería acordes de las canciones de moda tales como La perrita pequinesa o

El bayón de Ana .

La democracia trajo horarios tardíos, rock duro y volúmenes ensordecedores que marginaban a los carrozas pese a que los conjuntos, ya no se llamaban orquestas, intentaban dedicarles la primera hora para que mataran el gusanillo con el Dúo Dinámico y Karina porque los carrozas no sabían identificar las canciones de moda, eran incapaces de mover sus cuerpos con los nuevos ritmos y huían de las verbenas antes de quedarse sordos.

Desde hace unos años acude al pueblo para las verbenas del Día de la Convivencia y el del Mayor El hombre orquesta y con él han vuelto los pasodobles, los valses, los boleros, Paquito el chocolatero y aquello de "la abuela fuma, la abuela bebe...".

La gente sale al centro de la pista con el menor pretexto. "Los que vivan en Madrid, que salgan a saludar". Y los de Bilbao, los del Barsa, los nacidos en julio y los gays... No digamos cuando invita a saludar a los que "quieren echar un kiki". Dadas sus habilidades le han cambiado el nombre. Ahora le llaman el Tocató .