Sábado pasado. Son las cuatro de la tarde. Aficionados al fútbol llevan ya apostados casi desde el mediodía en la barra de un bar cualquiera de la ciudad. La cerveza, como los jugadores, corre. Comienza el espectáculo. Empieza el fútbol. Se inicia el clásico entre los clásicos del mal llamado deporte rey. El Real Madrid-Barcelona. Expectación máxima. Y eso que, en realidad, no se juegan gran cosa por la sustancial ventaja de los catalanes en Liga de 16 puntos. La Liga es virtualmente azulgrana. Pero pese a ello, nadie pierde ya ripio. Cada jugada se comenta, cada gol se celebra o se maldice.

Domingo. 11.30. En la Ciudad Deportiva Luis del Sol de Sevilla hay un grupo de una decena de hinchas que se disponen a ver el Betis B-Cacereño. Es una representación de los mismos de siempre, los aficionados de verdad del club de Segunda División B. Los que no fallan, a no ser que se interpongan circunstancias personales, a cada cita asequible en cuestión de kilómetros. Allí están, fieles. Ahí acuden El Moro , Angel Rolo , Siso , Wuito ...

Las dos escenas descritas, diferenciadas en el tiempo en apenas 20 horas, ejemplifican lo que durante mucho tiempo se ha comentado en la calle. "Aquí lo único que interesa es lo que hagan el Madrid o el Barça. El Cacereño, solo a unos pocos". Dolorosa conclusión a la vista de los datos y del ambiente que va un poco más allá: el desapego del carácter mismo del cacereño, muy dialogante, muy especulador con lo que ocurre, pero poco comprometido con las causas de su ciudad en términos prácticos, según piensa más de uno, se quejan los que se quejan, valga siempre la redundancia.

Con todo

Al Gran Teatro y al Auditorio llegan espectáculos sublimes, pero rara vez se llenan unos escenarios nadie duda que hasta lujosos. Pese a que el precio de las localidades ha bajado, por lo general. "Muchos prefieren ir a la Gran Vía madrileña a ver el estreno de una obra de teatro y a pasear por el centro de la capital", dice Juan Jesús mientras pasea por la tarde por Cánovas. A él, como catovi , le duele también lo que ocurre. Es más, dice no explicárselo.

Los hinchas del Cacereño llegan por la tarde-noche henchidos de satisfacción y pensando en el siguiente encuentro. El equipo ha logrado el triunfo (0-3) y sigue aspirando a jugar la liguilla de ascenso a Segunda División. Durante el día alguno, como El Moro, ha colgado, en su Twitter, algunas fotos, incluida alguna de celebración de los futbolistas verdes. A él le importa menos el clásico. A él lo que realmente le interesa es qué ha hecho su equipo del alma.

Alguien dice que esta teoría de que se presta más atención a lo de fuera que a lo propio no es cierta. Y tienen una referencia que recuerdan como válida, aunque escasamente científica: echar un vistazo al ranking de noticias más leídas de este diario. Y es que en el mismo el Cáceres, el Cacereño o el Al-Qazeres suelen superar en lectores a los dos gigantes del fútbol patrio. Algo es algo.