Fue horroroso, pensaba que aquellos eran los últimos segundos de mi vida". Este es el testimonio de Fátima Rubiales, vecina del 1º B del portal número 6 de la calle Juan Ramón Jiménez y una de las afectadas por el desprendimiento de la fachada --el pasado domingo-- de uno de los bloques del Residencial Lope de Vega en el barrio cacereño de La Mejostilla, a los pies de la Ronda Norte. El incidente tuvo lugar tras el fuerte temporal que azotó a la capital cacereña y motivó el inmediato desalojo de las familias del inmueble perjudicado y de bloques colindantes. No hubo heridos pero sí un tremendo susto que aún mantiene sobrecogida a la ciudad.

Escalofriantes resultan los testimonios de los afectados. A Fátima le pilló el desprendimiento en casa. Ayer, aún afectada por el impactante suceso, recordaba que se ha quedado sin algunas de las pertenencias de su hija, que guardaba en un trastero cuya pared desapareció al completo. Tras la catástrofe "lo único que quería --confiesa-- era que mi hija estuviera a salvo".

Francisco Carrasco, vecino del 3ºB, se encontraba en el salón de su casa junto a su mujer y sus hijos, de 3 y 5 años, cuando ocurrieron los hechos. "Escuchamos un ruido muy grande, me asomé y en un principio pensaba que era el tejado", asegura el vecino, que no tarda en poner de manifiesto que "esto se veía venir. Llevamos muchos años denunciando desperfectos y nadie nos hacía caso hasta que ha tenido que pasar algo grave. Ahora no sabemos cuándo podremos volver a nuestras casas", subraya con preocupación.

A Jorge Guadalupe, que reside junto a su mujer y su perro Nico en el Bajo B del portal número 6, les alertó un amigo de lo sucedido mientras se encontraban en el pueblo. "Hay dos grietas en el comedor, en la habitación principal y en uno de los baños", muestra el afectado mientras señala a este diario uno de los boquetes originados en la pared de su salón. Jorge, igual que el resto, no comprende cómo puede ocurrir esto en un edificio que se entregó hace solo cuatro años y no duda en calificar la construcción de "auténtica chapuza".

Por el momento, los perjudicados de manera directa se hospedarán en los hoteles Barceló V Centenario y Extremadura de manera preventiva hasta que puedan regresar de nuevo a sus hogares.

En este sentido, conocidos y familiares de los afectados ya se han puesto en contacto con los vecinos para facilitarles una vivienda temporal. Este es el caso del propietario del Bajo B, Jorge

Guadalupe, al que le han ofrecido un apartamento, una opción que baraja debido a que, según manifiesta "no sabemos cuando vamos a volver".

Una situación de desalojo ante la que "nos sentimos desamparados y desprotegidos" asegura un vecino del bloque 6 que no quiere revelar su nombre.

Los vecinos se desplazaron ayer hasta sus hogares para recoger efectos personales. Otros, los que aún no sabían si podrían regresar a sus casas --la confirmación no les llegaba hasta mediodía-- esperaban a las puertas y comentaban los momentos de angustia de la noche anterior. "Seguimos con lo que nos pusimos anoche para salir corriendo porque no hemos podido pasar aún por casa", reconocían. Para la mayoría, incluso los vecinos de los portales colindantes al afectado, en el momento que el cerramiento se vino abajo se oyó "un gran estruendo".

Los residentes de la calle Juan Ramón Jiménez adquirieron los pisos de la empresa encargada de su edificación, Provivesa, por un precio aproximado de 120.000 euros (esa era la cantidad sobre plano, después el precio se elevó). Entraron en sus casas en 2010, tiempo en el que el colectivo vecinal ha denunciado de manera reiterada desperfectos en sus inmuebles.

LITIGIO JUDICIAL De hecho, el pasado septiembre los vecinos acordaron iniciar un proceso judicial por los daños y se interpuso una demanda contra la empresa y el arquitecto técnico "por defectos generalizados en el edificio, tanto interiores como exteriores", señala el abogado que les representa, Braulio Caldera. La semana pasada, viendo que los daños se estaban agravando, porque algunas de las pequeñas fisuras eran mayores, se interpuso además un acto de conciliación contra el arquitecto, "avisando de que los defectos que habían aparecido en principio se habían agravado y había riesgo de desprendimiento", señala el letrado. Entre los defectos que señalaban, estaban las grietas en esa fachada.

El proceso está pendiente de resolución judicial, para el que ya hay señalamiento en el mes de julio. A la documentación que han aportado añadirán además los informes técnicos que elabore ahora el ayuntamiento, con lo que ampliarán el procedimiento. "Porque desconocemos las causas por las que se ha producido ese desprendimiento".

El juez tendrá que determinar quién es el responsable de los daños en este edificio. Si es la constructora, tendrá que hacer frente a las reparaciones mediante el seguro obligatorio, "que nos consta que está en vigor", afirma Caldera.