Vivencias, momentos irrepetibles, emociones y miedos. Realizar los 9 meses del servicio militar obligatorio ha sido para quienes lo han vivido una de las etapas más significativas de su vida. Con motivo del 50 aniversario del Cefot, la Asociación de Amigos del CIR ofreció ayer una mesa redonda en el aula cultural de la calle Clavellina, en la que cinco exreclutas que realizaron la mili en la base de Santa Ana recordaron anécdotas y experiencias que marcaron un antes y un después para ellos.

El acto arrancó con la proyección de un documental rodado en el año 1996 en el antiguo CIR, que narró el primer día de instrucción militar para tres jóvenes. Dos de ellos procedentes de Barcelona y un último llegado desde Las Hurdes. Fue la antesala de una entretenida mesa redonda.

Subinspector de la policía local y jefe de la unidad de atestados de Cáceres, Ramón Guerrero pisó Santa Ana en 1989 y recordó que, aunque para el "no fue una novedad salir de casa", ya que de pequeño estuvo internado en un colegio, "aprovechaba cada minuto de tiempo libre para pasarlo con mi novia", además de aportar alguna que otra graciosa anécdota relacionada con la peluquería. "Tardaban unos días en pelar a todos y si habías conocido a alguien con pelo luego te parecía un nuevo recluta", confesó entre risas.

Los cinco participantes en la mesa redonda aseguraron recordar a sus compañeros de litera. "Al convivir 9 meses con una persona lo normal es estrechar lazos, y no solo con los reclutas, teníamos una gran compaginación con los oficiales", desveló Leopoldo Calderón, investigador científico que pasó por el centro en 1974. "Lo peor eran las tareas de cocina", recordó Alberto Manuel Hornos, que realizó la instrucción militar obligatoria en 1994. Alfonso Pitarch concordó con él, y añadió que "en agosto de 1995 --cuando estuvo formándose-- el calor en Cáceres hacía mella".

Domingo Nevado, el más veterano de los cinco ponentes (realizó la mili en 1969), quiso destacar la "enorme solidaridad" que existía entre los reclutas. "Recuerdo cuando visitaba a mi madre en los días libres y me llenaba el saco de comida para cuatro días. Al final duraba una tarde porque todo lo compartíamos. Son cosas que no se olvidan", afirmó.

Han pasado muchos años, incluso la mili dejó de ser obligatoria, pero muchos de los exreclutas de Santa Ana no serían los mismos hoy en día sin su paso por la base.