Andrés Sánchez Cabrera, de 30 años y estudiante de Magisterio en la capital cacereña, tardará en olvidar la madrugada del pasado viernes. Con el cuerpo aún magullado tras la paliza que asegura que recibió aquella noche en La Madrila, narra cómo un grupo de media docena de jóvenes la emprendió a golpes con él cuando le recriminó a uno por dar una patada a su guitarra. "Eran las cinco y cuarto de la madrugada y acababa de salir con una amiga de un pub de la Madrila. Cuando subía las escaleras de la plaza de Albatros hasta Doctor Fleming me encontré con ellos. Sin venir a cuento, uno golpeó la guitarra. Cuando se lo recriminé, se me echaron todos encima", detalla este joven, preocupado por que puedan reconocerle, motivo por el que no permite que en las fotografías aparezca su cara al completo.

Con un derrame en el ojo derecho, un labio partido y contusiones en el cuerpo, este universitario afirma que recibió patadas en la cabeza y en la espalda durante más de un minuto y medio. La intervención de varias personas evitó lo peor. "Si me llegan a dar en algún sitio clave, me podrían haber matado", asegura.

Pero la historia no terminó ahí. Andrés Sánchez admite que utilizó un machete para "retener" a uno de los individuos que le había agredido. Antes de la llegada de la policía tuvo tiempo para acudir a su casa --vive muy cerca de La Madrila, pero prefiere no desvelar el lugar-- y coger un cuchillo, intervenido por los agentes poco después. "No pretendía hacer daño a nadie. Además, era un machete de exhibición y sin filo", argumenta para defender su utilización en el incidente. "Lo tengo colgado en casa como otros pueden tener una Play Station", añade.

Declaración policial

En la declaración prestada en comisaría, el joven reconoce que tuvo que utilizar el puñal para "intimidar a sus agresores hasta la llegada de la policía" y que se lo entregó después al dueño de un pub de la zona, lo que provocó, asegura, que el grupo se abalanzara de nuevo contra él.

La intervención policial se saldó con tres chicos identificados y la denuncia por lesiones que presentó Sánchez Cabrera en comisaría, sin apenas recordar qué aspecto tenían los jóvenes que le agredieron. "La policía me dijo luego que uno de ellos era el joven neonazi detenido por apuñalar a uno de ultraizquierda el año pasado", afirma con inquietud porque la agresión hubiera sido más grave: "Los agentes me preguntaron si tenía algún navajazo".

Según su versión, no conocía a ninguno ni mediaron insultos para que se encendiese la trifulca. "Llevo diez años en Cáceres y no me había pasado nada igual", subraya, asegurando que nunca se ha metido con nadie: "Aún tengo los nervios en el cuerpo".

Andrés Sánchez muestra los partes médicos en los que aparecen reflejadas las consecuencias del incidente. Aún tiene pendiente una visita al oculista para que determine el estado en el que ha quedado su ojo derecho. Ahora, mientras sigue cojeando, quiere olvidar el mal momento cuanto antes.