Lo predecíamos ayer, y no es que seamos videntes, pero anunciamos que posiblemente el público de la corrida de rejones se divertiría más que los que han sufrido pacientemente las corridas de a pie, y así fue. Entretenido festejo de rejoneo el que se presenció en el coso cacereño con tres rejoneadores de la nueva generación, de los que apuntan y algunos ya son realidad.

La terna derrochó ganas, disposición y se encontró con una corrida de La Castilleja que sirvió y mucho para el toreo a caballo. Toros muy toreables, nobles, a los que les faltó en determinados momentos algo más de codicia, pero sirvieron para los rejoneadores, quienes se llevaron un total de siete orejas.

Alvaro Montes está en un excelente momento. Es un rejoneador que además de saber conectar con el público, realiza un toreo elegante y cae muy bien sobre el caballo. A su primero le hizo una faena muy vistosa, de gran frescura, en la que gustó mucho, especialmente con las piruetas muy ceñidas y con una banderilla al violín.

Pero con el cuarto dio su mejor dimensión. Lo recibió con esa torerísima estampa que supone esperar en la puerta de toriles con la garrocha. Lo llevó muy toreado y templado. Con las banderillas, la faena fue a más, le dio un toque de espectacularidad con los quiebros y banderillas al violín y consiguió el tono mayor toreando a dos pistas de manera vibrante. A éste lo mató de un rejón sin puntilla muy eficaz y fue el colofón a una gran labor en conjunto.

Diego Ventura también ejecutó el toreo de lado que está tan de moda. Lo hizo llevando a su enemigo pegado a la cabalgadura, expuso siempre, citó de frente, muy en corto y salió de los encuentros con piruetas que llegaron mucho a los tendidos. Destacó montado sobre Bambi , un gran caballo torero. Con el quinto, volvió a estar con soltura, seguridad y muy fácil. Otra vez conectó con el público en una faena repleta de espectacularidad, pero no exenta de buenos momentos, aunque esta vez falló con el rejón de muerte y perdió algún trofeo más.

El lote menos potable fue a parar a manos de Moura Caetano, que además no está tan experimentado como sus compañeros. El portugués mostró un toreo sobrio, sin detalles efectistas de cara a la galería y conectó menos con la gente. Su primero se ponía por delante y no tuvo fijeza, aunque iba y venía, pero no era cómodo, y con él, el rejoneador luso construyó una faena con altibajos que no remató adecuadamente a la hora de matar.

El sexto tuvo una embestida sosa, sin emoción y Moura Caetano puso todo de su parte. Mostró disposición y entrega, que con un eficaz rejón de muerte le valió para atravesar la puerta grande con sus compañeros.