Decir Gallardo en el sur de Extremadura es decir maná, futuro, empleo y buenos sueldos. En Jerez, Zafra o Villafranca abundan las anécdotas que definen al presidente del Grupo Gallardo. Dicen que recorre las calles de Jerez en un viejo Seat Panda...

Cuentan que cuando pasea entre los obreros de su siderurgia, si ve a uno tomándose una lata de refresco a la hora del bocadillo, lo avisa para que la arroje al montón de chatarra que después entrará en la fundición... Apuntan que va a levantar una gran refinería entre Villafranca y Los Santos...

Ese proyecto refinero, precisamente, se ha convertido en uno de los temas de conversación durante las cenas y comidas familiares de fin de año en la ciudad feliz . En realidad, la cuestión a debate no ha sido la siderurgia, sino cuál es el futuro de Cáceres.

El triángulo de la riqueza

Parece claro que hay un diseño regional que convierte el triángulo Don Benito-Badajoz-Zafra en el gran polo de desarrollo industrial y agrícola de Extremadura, con su riqueza tradicional de frutas, vides y hortalizas y un mañana eufórico donde se dibujan la poderosa cementera, la refinería y oleoducto, la central térmica de Alange, el centro logístico de transportes de Badajoz, la ampliada siderurgia y un buen diseño de comunicaciones con AVE, cinco autopistas y un aeropuerto.

Frente a este emporio del futuro, Cáceres parece destinada a reafirmarse en su condición de ciudad balneario tranquila, bella y cómoda donde se vive a gusto y se hace turismo con placer. La ciudad feliz se reafirmaría así en su condición de capital de funcionarios donde viven los empleados públicos que trabajan en 100 kilómetros a la redonda, en ciudad de servicios docentes y administrativos y en destino turístico con 13 hoteles de cuatro y cinco estrellas, más que Bilbao, Córdoba o Zaragoza, aunque, llamativa y paradójicamente, se ha anunciado que la Escuela Superior de Hostelería se va a instalar en Mérida.

Cáceres es la ciudad con mejor índice económico de las siete grandes de Extremadura y una gran parte de sus habitantes, aunque protesten con la boca chica, a la hora de la verdad estarían espantados ante la instalación de una refinería o una siderurgia. Sin embargo, hay algo que no acaba de encajar en este diseño del mañana regional: ¿Qué pasa con el resto de la provincia de Cáceres?

En la ciudad feliz ese tema no se plantea ni se analiza. La universidad, que debería liderar el debate, ha investigado con eficacia el desarrollo turístico, pero no levanta la voz para llamar la atención sobre el futuro provincial. Sabemos que el triángulo del sur tiene un porvenir halagüeño. Sabemos que la ciudad feliz seguirá siendo dichosa. ¿Pero qué va a pasar con el triángulo Salorino-Torrejoncillo-Logrosán?