De golpe y porrazo se enteró de que tenía un cáncer de útero y el mundo se le cayó encima. Maribel Corrales, celadora del centro de salud Zona Centro, la camarera más célebre de La Madrila, comienza hoy las sesiones de quimioterapia y radioterapia, pero ella, una mujer fuerte, activa y luchadora, no se da por vencida. "Tengo cáncer, pero voy a ganar esta batalla", asegura mientras posa en el patio de su casa de la plaza de Italia para esta entrevista con la que quiere lanzar un agradecimiento general a toda la ciudad por las muestras de apoyo y cariño que está recibiendo durante su convalecencia.

Primero acudió al doctor Luengo, después a la doctora Carmen Sánchez. En 12 días la operaron y 22 permaneció ingresada en el Hospital San Pedro de Alcántara. "Fue un bajón, no sabía ni cómo expresarlo, todavía no lo asimilo del todo y tengo un poco de miedo, no me concentro con nada", confiesa. Pero el optimismo no lo pierde: "Me siento muy orgullosa de la gente. Quiero, en primer lugar, dar las gracias al personal de ginecología. Recibo una media de 40 llamadas diarias y muchísimas visitas en casa. Eso me emociona mucho. La gente me dice: ánimo Maribel, eres fuerte, has aguantado mucho en La Madrila, estamos contigo... Entonces no puedo evitar ponerme a llorar porque esto ha sido un cambio muy grande en mi vida", relata.

Pero Maribel es consciente de que ese apoyo se transforma en ganas de seguir luchando. "A las personas que padecen esta enfermedad quiero decirles que deben tirar para adelante porque el bicho no va a poder conmigo". Durante los últimos meses los mensajes de aliento han sido incesantes. "Me llamaron de la gerencia del SES, de Recursos Humanos, del Virgen de la Montaña, del ayuntamiento, compañeros de La Madrila... Currino, el hermano de David el del Barroco, está en el hospital de día y dice que no me preocupe, que me va a ayudar. Están todos esperándome...".

En los días de hospitalización la habitación 237 del centro sanitario fue un goteo de visitas. Ya en casa siguió recibiendo a gente. Le traían bombones, dulces, perfumes... Su amigo de la escuela, Rufino, ha sido su Lazarillo, la ha llevado y la ha traído, le ha hecho la compra... De las vecinas ha recibido gran apoyo. Puri le preparó pollo con tomate; Elena, natillas, carne de membrillo y unos filetes; Laura la de Javi, dos litros de gazpacho ("es que me gusta mucho el gazpacho", explica).

Sus hermanos siempre a su lado: Marina, Pedro y Jesús, que viven en Madrid, y Miguel y Quico, que residen en Valencia, bueno, y Tomás, su cuñado, "que se ha portado como un hermano más". Y cómo no, Rubén, su hijo, Rocío, su nuera, y Leo, su nieto. "Abuela, no vuelvas a comer chicles que por eso te han abierto la barriga", le dice el pequeño de 3 años, un rubio de pelo rizado que ya bucea en la piscina.

También guarda un agradecimiento para Marce ("mi hijo adoptivo", como ella lo llama, "lo mejorcito que ha estado conmigo en La Cancha", añade). Marce, que baila como nadie la salsa y el merengue, le ha dado todo su apoyo. "Al terminar nuestras conversaciones por teléfono siempre me envía un abrazo en la distancia. ¿Y qué es un abrazo en la distancia? Es ponerte la mano derecha en el hombro izquierdo, y la mano izquierda en el hombro derecho. Y eso es lo que envío yo a todos los que me apoyan, un abrazo en la distancia".

Maribel sirvió su primera Coca Cola en una taberna inglesa en La Madrila, después montó el Pub Maribel (antiguo Ebano que le cogió en traslado a Fernando Prado), trabajó en la piscina de La Cañada, en el Por Ejemplo, La Cuerda, El Cuarto los Cabales y su último destino fue el pub La Cancha. Lo dicho, una luchadora que, seguro, ganará la batalla.