La afición es un pilar fundamental en los que se sustenta el deporte profesional. Para un jugador de baloncesto verse respaldado y apoyado por un pabellón lleno, que siente con fervor los colores que defiende suponen una motivación extra que a veces es muy necesaria en determinados partidos.

Este juego no tendría sentido con gradas vacías. El deporte profesional es un acto social, en el que los jugadores son los protagonistas, pero sin los aficionados no habría espectáculo.

El Cáceres 2016 tiene hoy una cita fundamental ante el Ford Burgos en el tercer partido, sin hoy no hay mañana. Por ello los jugadores necesitan de los aficionados, su calor, su aliento y de todo su apoyo. Es ahora, en los momentos difíciles cuando este ánimo desde la grada se hace más necesario.

Cuando un jugador salta a la pista, ya en el calentamiento, y ve que su afición está con él, respaldándole y dándole todo su apoyo, su autoestima crece a la par que su compromiso. A estas alturas de temporada, en la que las fuerzas andan ya muy justas, ese último salto, carrera o aliento te lo da el público.

Recuerdo con mucho cariño todos los ´playoffs´ que he disputado durante mi carrera, pero tengo un hueco muy especial para el que jugamos hace dos años contra Caja Rioja. Ese día me emocioné. Ver el pabellón lleno de gente con los colores del Cáceres, bufandas y banderas extremeñas hizo que los dolores (que eran muchos ya por aquella época) se disiparan y pusiera lo mejor de mí al servicio del equipo y de todas las personas que estaban allí aquella tarde. Me hizo recordar el espíritu el 10 de mayo de 1992.

Estos chicos se merecen este apoyo. Han trabajado muy duro para llegar hasta aquí, defendiendo los colores de nuestra ciudad por lo que se merecen todo nuestro aliento. El mío lo tendrán porque hoy, más que nunca, SOY DEL CACERES.