No es la primera vez que Fernando Alonso se queda con la miel en los labios en la última carrera del Mundial y, en gran parte, por culpa de su equipo. Ya le sucedió hace tres años, en su funesta temporada en McLaren. Sin embargo, todo fue muy diferente ayer en Abu Dabi a como lo fue en Interlagos en el 2007. Entonces se fue casi sin decir adiós, enfadado con una escudería que le ninguneó y le hizo la vida imposible. Ayer, en cambio, tras bajarse de su monoplaza, Alonso no dio la espalda a sus compañeros. Al contrario, se encerró con ellos en el box. "Se me ha escapado alguna lágrima ahí dentro. Sé cuanto han trabajado los ingenieros y cuánto lo sienten". Lágrimas para regar la semilla de la que se prevé una "fructífera relación".

Todos los mensajes apuntaban ayer en esa dirección. "Me encuentro muy a gusto con ellos, soy su amigo. En el 2007 perdí el campeonato con el mejor coche de la parrilla y no había ningún gesto. Este año sí he notado cariño y gestos hacía mí", explicaba Alonso, mientras todos los estamentos de Ferrari --Stefano Domenicali, jefe del equipo; Luca di Montezemolo, presidente de la escudería, y Emilio Botín, presidente del Banco de Santander, el principal patrocinador-- exculpaban al piloto asturiano de cualquier responsabilidad.

No es el Tour

"Se va a hablar mucho de la parada en boxes, pero esto es como el Tour de Francia: si pierdes el maillot amarillo no es solo por la última crono", explicó Alonso, gran aficionado a las dos ruedas. Y no se olvidó de felicitar a sus rivales: "Esto es al belleza del deporte. Si Red Bull ha sumado más puntos que nosotros a lo largo del campeonato es porque se lo merece".

El ganador, un exultante Vettel, explicó cómo vivió su triunfo desde su cockpit : "No sabía nada. En las 10 últimas vueltas, mi ingeniero, Rocky Guillaume Rocquelin, estaba muy nervioso. Me dijo que la cosa tenía buena pinta, pero no sabía a qué se refería. De pronto, tras cruzar la meta, empezó a gritar por la radio que éramos campeones. Me quedé sin habla".

Vettel, que hizo feliz a Bernie Ecclestone --al dueño del negocio nunca le importó mostrar sus preferencias--, cree que "a la larga, siempre se impone esa cosa llamada justicia". Webber no se lo discutió, aunque el australiano andaba con la mosca detrás de la oreja por su temprana parada en boxes. "Cambiar de gomas tan pronto perjudicó a Alonso, que quiso marcarme, y benefició al equipo. Desde luego, a mí no me salió demasiado bien". Webber promete batalla para el 2011, como también Lewis Hamilton. "Estoy deseando empezar de nuevo. Espero que nuestro coche sea mejor y podamos pelear desde la primera carrera".