El domingo me quedé sin vermú. Y no me arrepiento. En un ejercicio un tanto ´freake´ para algunos volví a esto que llaman turismo deportivo y que acabará teniendo un hueco en Fitur. Me desperté en Mérida, desayuné migas en Badajoz y a la una estaba en Burguillos del Cerro viendo a los chavales del equipo de hockey sobre patines cómo se enfrentaban al Sevilla, líder de su categoría. Allí Noel, Isaac, Torero, Ruben y algunos más que no me acuerdo tuvieron en vilo, durante más de hora y media, a más de 300 personas que asistíamos a cursos de iniciación de este deporte. "Arkaitz, Arkaitz, ¿ya no puedes jugar más?" le preguntaba una señora desde la grada al chaval al que habían sacado una tarjeta azul. "No, sólo son cinco minutos" contestaba. Mientras tanto, y sin que se me pasara por la cabeza que estaba dando de lado a mi afición a las raciones de gambas rebozadas de los domingos, el partido --vertiginoso en su desarrollo-- había conseguido que ni pensára mos en el plan Ibarretxe ni en si Cataluña debería tener su propia selección. El Sevilla ganó 3 a 2 y en el último minuto, pero eso da igual. Me lo pasé tan bien que me tomé un solomillo ibérico en Jerez más grande que las empresas de Gallardo. Este finde , más emoción. Desayunaré en Cáceres, pasearé por Los Barruecos y estaré a las doce en Arroyo de la Luz para ver a las niñas del voleibol de Primera. Otro domingo sin vermú pero ¡qué divertido!