El Estado registró en agosto un abultado déficit de 14.638 millones, equivalente al 1,31% del producto interior bruto (PIB), una tasa que se había dejado atrás en diciembre del 2004, después de que el PSOE accediera al Gobierno. Desde entonces, el Estado ha gozado de superávit. En agosto del 2007, había un superávit de 11.816 millones (1,12% del PIB).

El empeoramiento ha sido meteórico y el principal responsable hay que buscarlo en los ingresos del Estado, cuya recaudación ha caído el 18,1% como consecuencia de la desaceleración económica y de las rebajas fiscales introducidas por el Gobierno, según destacó ayer el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña. Los gastos han crecido el 4,5%, impulsados, sobre todo, por el pago de intereses de la deuda pública (el 10,4% más).

La intensa desaceleración de los ingresos obligará a Economía a plantear un menor crecimiento del gasto en el proyecto de Presupuestos para el 2009 (por debajo del 4,5% autorizado por el Parlamento) con el fin de evitar que se desboque el déficit.

El secretario de Estado explicó que, de los 14.638 millones de déficit hasta agosto, 13.250 se explican por las decisiones del Gobierno de bajar impuestos y de adelantar devoluciones. "Es una cantidad que equivale a una inyección de liquidez del 1% del PIB, decidida por el Gobierno para minimizar el impacto de la crisis", explicó Ocaña.

INCENTIVOS SOCIALISTAS Entre ellas, citó la reforma del impuesto de sociedades (que ha restado 3.750 millones a la recaudación), la del IRPF (1.550 millones menos), el nuevo sistema de pagos fraccionados para empresas (1.000 millones), la segunda rebaja del tipo del impuesto para grandes empresas (450 millones), el cheque-bebé (694 millones menos hasta agosto) y la nueva deducción de 400 euros (2.300 millones), así como los adelantos en devoluciones de IVA e IRPF (2.100 millones) y por el nuevo sistema de consolidación de grupos (1.400 millones).

Sin todos estos incentivos, el déficit hasta agosto, según Ocaña, sería del 0,2%. Lo cierto, es que la recaudación de impuestos también refleja la pérdida de actividad económica, admitió el titular de Hacienda. La recaudación ha caído el 10,2% (la parte del Estado ha descendido el 18,1%, mientras que la de las regiones sube el 11,26%).