El diseño del nuevo PP en la era ‘postRajoy’ empieza a esbozarse este lunes en la reunión de la Junta Directiva Nacional, que debe convocar para julio un congreso extraordinario que elija nuevo líder y nueva cúpula directiva en un momento de debilidad extrema: sin poder en la Moncloa y con un pulso en las encuestas que augura la agonía del partido, irreversible si Ciudadanos sale del 'shock' y remata la batalla por el voto liberal y conservador.

Ante el vértigo, en las filas conservadoras apuestan por un relevo rápido y de repliegue. La mayoría de sus dirigentes apuestan por una candidatura unitaria, de consenso, en lugar de varios candidatos, para evitar una guerra interna que consideran especialmente arriesgada a menos de un año de las elecciones autonómicas y municipales.

En las quinielas, el nombre del presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, es el más firme, aunque la eventual decisión de apostar por el traslado a Madrid conlleva dos retos: organizar una sucesión no traumática en la Xunta y superar la circunstancia de no ser diputado en el Congreso.

DAR LA BATALLA O NO

Las potenciales competidoras de Feijóo guardan sus cartas. La secretaria general, María Dolores de Cospedal, dice haber abierto un periodo de reflexión para valorar su futuro. Aunque desde la prudencia, ha sido crítica en conversaciones informales con el manejo que considera inadecuado de la crisis catalana desde la Moncloa y, desde hace meses, no esconde su honda preocupación por la fuga de militantes del PP a Ciudadanos en buena medida gracias al conflicto independentista.

La exvicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, la mujer que más poder político ha atesorado, también está analizando sus posibilidades de presentarse como el recambio que necesita el PP, mientras estudia las ofertas que le plantea el sector privado. A diferencia de Cospedal y de Feijóo, Santamaría carece de peso orgánico y de apoyos en el territorio.

A nadie se le escapa que la crisis desatada por la forzada dimisión de Cristina Cifuentes la elevó en las quinielas para ser la candidata del PP en la Comunidad de Madrid. Sin embargo, en un contexto político tan volátil cualquier apuesta en este sentido tiene una caducidad casi inmediata.

En todo caso, las dudas durarán poco. Los dirigentes del PP que aspiren a suceder a Rajoy deben presentar su precandidatura como máximo en dos semanas. Si hay más de un aspirante, el proceso tendrá dos vueltas. En la primera, votan los afiliados y en la segunda, los compromisarios.

Queda por determinar la fecha exacta y, también, qué ciudad es designada sede del congreso.

A la cita pueden acudir más de tres mil compromisarios. Madrid parte como favorita obviamente por cuestiones logísticas, según fuentes del PP, pero a nadie se le escapa que también es favorrita por cuestiones simbólicas puesto que la Comunidad es un feudo al que los populares no están dispuestos a renunciar ni siquiera tras el escándalo de Cifuentes.