Cada cifra tiene nombre y apellidos. Cada número guarda su propia historia marcada por una herida en el alma que cuesta cerrar. Cada dato es una evidencia más de que hacen falta recursos y no solo para paliar las consecuencias, sino para evitar que esta lacra social esté presente en el día a día. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) publicó ayer su balance del primer trimestre del año sobre violencia de género y la realidad que arroja es que hay más denuncias, más mujeres que sufren malos tratos y más órdenes y medidas de protección. En los tres primeros meses del año 629 extremeñas han sido víctimas, lo que significa casi un 14% más que el mismo periodo de 2016 (cuando se registraron 542). Esto implica que de las 664 denuncias presentadas, en casi el 95% de los casos bien un juzgado o bien el Instituto de la Mujer -que son quienes tienen autorización para ello- han confirmado que se trataba de malos tratos (en 35 de las denuncias no ha ocurrido así, uno de los motivos es porque ésta se retira).

El incremento es significativo pero queda por debajo de la media nacional, que se eleva hasta el 19%. De este modo, en España son 38.018 mujeres las que sufren la violencia machista (el 70% son españolas y el 30% restante, extranjeras).

En cuanto a órdenes y medidas de protección, en el primer trimestre de este año se han adoptado 147, sólo tres más que en el periodo anterior. En el cómputo nacional hay 6.393 mujeres que actualmente están bajo esta medida de seguridad para evitar el maltrato y que éste vaya a más con la peor de las consecuencias.

Habría que destacar que de las órdenes solicitadas, 224 correspondían a menores de edad, lo que significa un 2% del cómputo total.

La directora del Instituto de la Mujer de Extremadura (Imex), Elisa Barrientos, analiza las cifras del CPGJ y asegura que un crecimiento en la cantidad de las denuncias y en el número de mujeres protegidas siempre hay que leerlo en positivo «porque significa que el sistema funciona», no obstante, continua, «es igualmente la evidencia de que el problema sigue más que presente y por eso es tan necesario que haya un Pacto de Estado».

Uno de los datos que quiere destacar Barrientos es que apenas un 1,3% del total de las denuncias que se presentaron fueron por parte de familiares. En más de un 70% de los casos, la propia víctima dio el paso. Las que llegaron por intervención directa de la policía fueron el 15,5% (un dato similar al año anterior). «Hay que seguir insistiendo en que la sociedad debe tener más implicación en este problema, porque nos afecta a todos, la mujer no se puede sentirse sola frente a las amenazas o las agresiones», subraya la directora del Imex.

Juzgados de menores / Otro de los puntos que genera gran preocupación del balance del CGPJ es que en el primer trimestre del año se ha detectado un incremento importante en el número de menores enjuiciados: han sido 62 frente a los 48 que hubo de enero a marzo de 2016 y los 38 del primer trimestre de 2015. En el 92% de los casos se tuvieron que interponer medidas de protección, afectando a 57 menores de los que 44 eran españoles.

El maltrato por parte de adolescentes es una señal más de que, en la violencia machista, es fundamental educar y concienciar desde la escuela, sobre todo en la lucha contra estereotipos que se propagan sin filtro desde series y películas juveniles que alimentan un mito del amor romántico en el que, por ejemplo, los celos enfermizos y la permisividad del control absoluto son pruebas de lealtad a la pareja, tal y como no se cansan de denunciar desde asociaciones como Malvaluna. Por eso apuestan por incrementar talleres y actividades en los institutos donde se fomente la educación en igualdad.

AÑO FATÍDICO / 2017 está siendo un año especialmente cruel en cuanto a violencia machista. En lo que va de año, 28 mujeres han sido asesinadas, siete más que el año pasado. Además, seis menores han muerto también por esta lacra, cinco más que en 2016, un dato escalofriante sobre todo teniendo en cuenta que los hijos se utilizan como moneda de cambio o como el arma principal con el que amenazar a una madre para seguir ejerciendo el control sobre la mujer.