Emprendimiento es una palabra que suena a localismo americano, y el acento bonaerense del gran empresario hispano-argentino Martin Varsavsky , refuerza de alguna manera mi teoría transoceánica. Si prestamos atención al real y académico significado, emprender resulta una vorágine del tamaño de la nariz de Franco Battiato ; "Acometer y comenzar una obra, un negocio, un empeño, especialmente si encierran dificultad o peligro". Para la última parte de la definición seguramente hayan pedido opinión a los apoderados de Perera y José Tomás . Y no cabe duda que para el ciudadano extremeño, la primera parte de la definición esté codificada.

Durante la IV edición del Día del Emprendedor, celebrada recientemente en Mérida, Varsavsky puso de manifiesto la crisis endémica que arrastra nuestro país y sus regiones satélite, es decir, aquí "está mal visto por la sociedad ser emprendedor". Voyeurismo empresarial de un hombre que convirtió los sumergidos barrios neoyorquinos del Soho y Tribeca en zonas emergentes de vida económica y cultural. El visionario me confiesa sottovoce que Extremadura "es una región que siempre quiso acaparar demasiados cometidos pero ahora comienza a ser líder en apartados concretos". Yo le comento que Extremadura también es verde, blanca y negra. Colores, que por cierto, defendió a capa y espada el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara , con la arenga "no nos sentimos inferiores a nadie porque no lo somos". Teoría vigente que sonó a diatriba. Una llamada de atención para el futuro emprendedor, que se apea del carro de las conjeturas y, como es obvio, clama al cielo un apoyo en forma de guita.

Siguiendo con mi teoría, el emprendimiento es algo parecido a la fidelidad de James Stewart confiando en papa dólar y mama dólar para sobrevivir a la Gran Depresión, una cópula monetaria que cimentó la confianza de los empresarios hasta nuestros días. Un árbol genealógico monetario donde los Madoff y compañía castraron a base de piramidales fraudes. Para mi teoría tiro de manual, y los apuntes de Leopoldo Abadía sonrojan mis neonatos conocimientos económicos. El gurú de la crisis Ninja me deja bien clarito, "trabaja y trabaja duro para crecer y si fracasas, trabaja aún más". Curiosamente Leopoldo me prohíbe hablar de la crisis, y yo con cara de hipoteca subprime me voy de romería emprendedora.

El esfuerzo de crear una empresa en la región es comparable a una conquista mora, con danzas del vientre como estrategia y huesos de dátiles como beneficios. La promoción de montar empresas en veinticuatro horas, de fomentar la innovación para ser más competitivos y de soldar los desbarajustes presupuestarios de los negocios con subvenciones cuatreras debería fijarse bajo unos parámetros solventes. Sin filtros ni acentos de ningún tipo, y para los pocos duchos en el tema, sin miedo al fracaso para los futuros emprendedores.