En el último mes he leído más de una columna en los diarios de la región sobre la cocina extremeña de ayer y hoy y lo que el viajero que nos visita desea encontrar. Y concretamente hace dos día leí una entrevista que se le hacía a una propietaria de un establecimiento de restauración (poco me gusta esta palabra derivada de la francesa "restaurant" que viene a significar "restituir" como así la aplicó Boulanger en 1765 en la puerta del establecimiento al colocar un letrero en el que decía: "Venez à mon maison hommes estomac fatigués et je vais restaurare" ). Bueno, volvamos a la entrevista. En ella se le preguntaba a la propietaria sobre los gustos de sus comensales:

--Qué pide el turista -- le preguntó la periodista.

--Un trato familiar y más cercano, gastronomía típica y comida tradicional -- le contestó la propietaria.

En realidad cuando uno a viaja a un lugar con tanta historia como esta región, con tanto paisaje y con tanto que disfrutar, también va buscando sus costumbres gastronómicas, sus platos ancestrales y sus productos que tanto pregonan como una región rica productos alimentarios. Pero con una importante salvedad, no vale mostrar un plato de nuestra cocina tradicional como lo hacían nuestros abuelos, sino con un gusto que sí podemos decir que la cocina moderna nos ha enseñado. No es lo mismo una sopa en un plato desportillado que en uno de moderno y con gusto.

El turista busca lo que no puede encontrar en otras regiones, pues la cocina moderna está teniendo un gran defecto que se está globalizando y no es identificativa de ningún lugar. Da igual tomar un carpaccio en nuestra plaza Mayor que en Montmartre en la Place du Tertre. Además ¿acaso el carpaccio, el risotto, el sushi o una bouillabaise son platos de la cocina extremeña? Por ello ahora que andamos en eso del año gastronómico creo que hay que mirárselo.

No estoy diciendo que en nuestra región no deban existir cartas de cocina moderna, por supuesto. También de autor y de la modernez más moderna, pero lo que señalo con toda la fuerza de mis letras es que no existen en nuestros restaurantes cartas de nuestra cocina extremeña bien presentadas (no es la primera vez que lo escribo). El esnobismo está bien a pequeñas dosis, pero si nosotros no cuidamos nuestra cocina nadie la va a cuidar. Está muy interesante la publicidad, las frases grandilocuentes de nuestros políticos defendiendo nuestra gastronomía pero me temo que suelen ser frases huecas, ampulosas y como un suflé, que en cuanto le metemos la cuchara se deshacen.