Un total de 31 mujeres extremeñas renunciaron en el primer trimestre del año a continuar con la denuncia interpuesta contra su presunto maltratador, todos ellas en el ámbito de violencia de género. Así se refleja en los datos dados a conocer por el Observatorio contra la Violencia Doméstica, donde se aprecia un relativo aumento con respecto al mismo periodo del año anterior cuando se registraron 22 casos. Según Milagrosa Ortega, coordinadora regional de la Unidad de Violencia sobre la Mujer, a pesar del ánimo y atención que se da desde las instituciones para que las víctimas acudan a la Policía o la Guardia Civil cuando se produce un hecho de esta naturaleza --lo que abre las puertas a su protección y también asistencia--, hay víctimas que acaban arrepintiéndose, bien porque no tienen plena confianza en el sistema, bien porque se replantean constantemente sus decisiones llegando a sentirse hasta culpables de lo acaecido.

Hay mujeres que denuncian los hechos en comisaría o el cuartel de la Guardia Civil, pero cuando tienen que ratificarla en sede judicial se echan atrás porque consideran que deben darle otra oportunidad al agresor o incluso a ellas mismas. Milagrosa Ortega dice que se encuentra con situaciones de víctimas que alegan: "Yo no quiero que le hagan daño, no quiero que vaya a la cárcel, lo que quiero es que me deje en paz", expresión que da a entender el trasfondo o perfil de un maltratador, una persona que no resulta un delincuente común sino quien ha convivido durante años con la víctima, se ha enamorado de ella e incluso es padre de sus hijos. "Romper esa dependencia psicológica y afectiva resulta en muchos casos imposible", dice Ortega, quien hace constar como, así y todo, el índice de renuncias a continuar con el proceso se sitúa en el 6,68%, porcentaje muy por debajo de la media nacional que se eleva al 12,5%.

Existe un síndrome, denominado de la mujer maltratada, perfectamente definido por expertos desde hace años, según el cual la víctima aprende a perdonar a su agresor y este último a atacar y ser perdonado. La Unidad de Violencia sobre la Mujer indica como, en innumerables ocasiones, aunque se produzca un episodio violento, la mujer sigue conviviendo con el maltratador y finalmente acaba por echarse ella misma parte de la culpa y perdonándolo . "En lugar de una ruptura --asegura Ortega--, lo que viene es un periodo que se denomina de 'luna de miel' que incluso se llega a vivir con pasión hasta que aparece un nuevo episodio de agresión".

No existe un perfil determinado de maltratador. Se da en todas las capas sociales y no responde a cánones de formación ni cultura. Al final, se trata de una cuestión educativa, hombres que atacan a la dignidad de las mujeres porque consideran que es normal ejercer un dominio sobre su pareja y hallan la complicidad adecuada tanto en la víctima como en su entorno. Socialmente, si bien se ha avanzado mucho, asegura Milagrosa Ortega, sigue habiendo cierta tolerancia en algunos ámbitos y de un tiempo a esta parte se vienen observando algunos comportamientos en adolescentes que se creían superados. Se trata del mito del príncipe, ver normal en chicas los celos de los chicos o asimilar como lógico que el varón tenga que controlar a la mujer pero por un afán de protección.

Tras una denuncia por malos tratos se ponen en marcha medidas de seguridad con órdenes judiciales de alejamiento para el maltratador y de protección a las víctimas (en Extremadura hay actualmente 118 mujeres protegidas por Policía Nacional, Guardia Civil o Policía Local). Así mismo, empiezan otras medidas de carácter asistencial como casas de acogida, ayuda psicológica, etcétera. Desde la Administración se pone a disposición de las víctimas el teléfono 016 de información y ayuda, el cual respeta el anonimato y no deja rastro en la factura; existe un convenio con ANAR de asesoramiento a menores (tf.-900202010), una aplicación de móvil de nombre 'Libres' y el programa ATENPRO con Cruz Roja.