El Gobierno español está volcado en buscar una fórmula de consenso para salvar la unidad de la OTAN ante el desacuerdo sobre la adhesión de Ucrania y Georgia. El presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, y sus ministros de Defensa y de Exteriores, José Antonio Alonso y Miguel Angel Moratinos, llegaron ayer a Bucarest justo a tiempo para participar en sus respectivas cenas. En la de los jefes de Estado y de Gobierno, Zapatero tuvo ocasión de verse con Bush, con el que intercambió tres palabras. "Hola, hola, felicidades", le dijo en castellano el presidente de EEUU al ganador del 9-M, según afirmaron fuentes de Moncloa. Lo que no explicaron es qué respondió Zapatero.

Tras la cena de los ministros de Exteriores, Moratinos explicó que había habido una "discusión tensa" sobre Ucrania y Georgia, y anunció que España y Noruega están promoviendo una fórmula de consenso para salvar la imagen de unidad de la OTAN. Según fuentes atlánticas, esa fórmula consiste en el reconocimiento por parte de los miembros de la Alianza de que los dos países siguen teniendo las puertas abiertas y son "en principio elegibles". El texto sobre el que se trabajaba anoche incluirá también la precisión de que el plan de acción para la adhesión no implica necesariamente "la integración final en la OTAN". Ese compromiso recogerá también de alguna manera que ningún país ajeno a la Alianza tiene derecho a veto sobre las decisiones de la organización, en una clara referencia a que las presiones de Rusia no condicionarán las decisiones de la OTAN.

En la cena de los jefes de Gobierno estaba previsto que Zapatero defendiera la incorporación de Albania, Croacia y Macedonia, siempre que Grecia logre un cambio satisfactorio del nombre de la exrepública yugoslava. En cuanto a Afganistán, España reafirmó su compromiso con la reconstrucción y explicó su negativa a aumentar las tropas.

El ágape de los líderes de la OTAN suponía el reencuentro de Bush y Zapatero, después de que este anunciara hace dos semanas que, tras una conversación telefónica, ambos habían quedado en "charlar" en Bucarest de los asuntos que afectan a los dos países. Pero la cosa no pasó del saludo protocolario.