John Kerry no se resigna a perder votos negros, como le augura el último sondeo de Zogby, que cifra en un 84% el apoyo que recibirá entre esta minoría el 2-N frente al 90% que se decantó por Al Gore hace cuatro años. Por eso, el candidato demócrata a la Casa Blanca comenzó ayer sus últimas 48 horas de campaña asistiendo a un servicio religioso con la congregación negra de la iglesia baptista Shiloh de Dayton (Ohio).

Los tiempos de las cadenas y el látigo quedan lejos, pero los negros, que suponen el 12% de la población de EEUU --el equivalente a 37 millones de ciudadanos-- sufren aún las peores condiciones económicas y sociales. La tasa de desempleo supera el 10%, el doble del porcentaje nacional, y en estados como Nueva York pasa del 50%.

Además, uno de cada cuatro ciudadanos negros vive en la pobreza y acaba, en muchos casos, dando con sus huesos en prisión. Los negros suponen la mitad de los más de dos millones de reclusos que hay en EEUU.

Los negros han ido abriéndose paso en las diversas instancias del Gobierno. Tienen 9.000 funcionarios en cargos públicos. Pero siguen dependiendo de los programas gubernamentales como la discriminación positiva. El candidato demócrata promete reducir el desempleo de la población negra, aumentar su cobertura sanitaria, su acceso a la educación y "hacer respetar los derechos civiles".

MEJOR SINTONIA Bush ofrece a la comunidad una nueva dosis de "conservadurismo compasivo". Y algo ha calado. Este año los sondeos detectan un aumento del conservadurismo entre los votantes negros, porque sintonizan mejor con el visceral rechazo de Bush hacia el aborto o el matrimonio homosexual. Así, es posible que Bush mejore el porcentaje del 9% de votos negros que logró en el 2000 "y suba hasta un 12% o 15%", dice el experto David Bositis.