Como en cualquier guerra, la que se libra en Estados Unidos por las ventajas fiscales que aprobó el anterior presidente, George Bush, y que expiran al terminar el año, se libra en varios frentes. Ayer, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, mantuvo conversaciones con representantes de los dos partidos en el Congreso para buscar un consenso, pero mientras se producían esas negociaciones, los demócratas impulsaron una propuesta en la Cámara baja que únicamente extendería las ventajas para las rentas inferiores a los 150.000 euros por individuo o 190.000 euros por familia, no para las más altas.

MANTENER LAS PROMESAS Los demócratas lograron en una ajustada votación, en la que 33 de los suyos se aliaron con los republicanos, mantener vivo el debate, pero fue un triunfo simbólico, pues aunque logren aprobar la propuesta no cuentan con votos suficientes en el Senado. Y su empeño responde más al sentir de la base más a la izquierda del partido, que a través de organizaciones como MoveOn y la Campaña para el Cambio Progresista han pedido a Barack Obama que no dé marcha atrás en sus promesas.

El presidente estadounidense parece dispuesto a ceder y, quizá, a dar su apoyo a una extensión de todas las ventajas fiscales aunque sea de forma temporal. Puede ser la única manera de intentar frenar el bloqueo que los republicanos han anunciado para cualquier otra propuesta legislativa durante las tres semanas que le quedan de trabajo al Congreso antes de que empiecen en enero las sesiones con mayoría republicana.

Si en algo tiene interés Obama es en que este mes se ratifique el tratado de desarme con Rusia. Cinco exsecretarios de Estado han recordado a los congresistas conservadores la importancia del START, el tratado que limita la capacidad nuclear.