El Gobierno progresista de Romano Prodi pasó ayer el primero y más difícil de sus exámenes, al conseguir la confianza del Senado con 10 votos de ventaja, cuando el centroizquierda sólo cuenta con dos escaños de diferencia. El regalo se lo hicieron los siete senadores vitalicios, que tomaron la decisión institucional de darle la confianza. El resultado arrojó 165 votos a favor y 155 en contra. Se necesitaban 161.

"Mejor no podía haber ido", comentó satisfecho el líder progresista. Por su parte, el jefe de la oposición y líder de los conservadores, Silvio Berlusconi, acusó a los senadores vitalicios de haber "hecho algo profundamente inmoral". "Habrá que revisar el papel de estos senadores", dijo el conservador Fabrizio Cicchito, para quien estos legisladores deberían abstenerse de votar sobre cuestiones políticas, ya que no han sido elegidos, sino nombrados por el presidente del país.

La sesión del Senado pasará a los anales parlamentarios como una de las más crispadas, a causa de las numerosas interrupciones, silbidos, gritos y abucheos de los conservadores. "Me ha sorprendido la agresividad del centroderecha", reconoció Prodi, que fue interrumpido por primera vez cuando reafirmó que retirará a las tropas de Irak. Sobre las relaciones entre Italia y EEUU, subrayó: "No acepto lecciones de nadie".

REFLEXION DE MARINI Los silbidos alcanzaron el clímax cuando los siete senadores vitalicios desfilaron frente a la presidencia del Senado para votar. Los conservadores no ahorraron la ignominia ni a Carlo Azeglio Ciampi, presidente de la República hasta la pasada semana. El presidente del Senado, Franco Marini, dijo que "habrá que reflexionar sobre ciertas conductas".

La coalición progresista mostró su satisfacción por haber superado el voto de confianza, pero es consciente de que el suspense será una constante pesadilla para cada una de las nuevas leyes que se voten.