El 28 de septiembre del 2010, los blogueros profesionales Javier Ikaz (Barakaldo, 1978) y Jorge Díaz (Bilbao, 1971) subieron a su perfil de Facebook una foto de las ceras Manley con un comentario: «Cómo manchaban las cabronas». La frase, recibida con miles de likes en cuestión de minutos, fue el inicio de lo que hoy es un gigante fenómeno editorial. El artesanal libro Yo fui a EGB -que rescata el costumbrismo, los juguetes, los dibujos animados y la forma de ser y vivir de los niños de los años 70 y 80- cumple ya su cuarto volumen de la mano de la editorial Plaza & Janés. La última entrega ya está en las librerías. La comunidad egebera -de una fidelidad descomunal- está ya pidiendo un quinto volumen. Pero los autores del best-seller han decidido quedarse aquí. De momento. Ha llegado la hora de poder aparcar los libros (cada uno ha llevado casi un año de trabajo) y centrarse en otros proyectos: estrenar un concurso de televisión (en TNT); fabricar artículos de promoción comercial; organizar fiestas ochenteras... Todo esto está en los planes de Ikaz y Díaz, que viajaban desde Bilbao a Madrid para promocionar el cuatro volumen de Yo fui a EGB con la misma ilusión con la que lo hicieron, en el año 2013, con el primero.

«No somos conscientes de a cuánta gente llegamos. De verdad. Creemos que es mejor así para mantener el espíritu libre que nos caracteriza», afirman ambos autores, cuya web (www.yofuiaegb.com) tiene más de un millón y medio de visitas al mes y cuyos perfiles de Facebook y Twitter son seguidos por cientos de miles de fans. Contestan -personalmente- cada uno de los mensajes que reciben en las redes sociales. El día que sea y la hora que sea. «No tenemos community manager. Bueno, sí. Jorge es el comunity y yo el manager», se ríe Javier.

«Pura emoción»

Yo fui a EGB no es una manera de decir mira qué generación tan estupenda fuimos, mucho mejor que la de ahora, todo el día enganchados a las tabletas y los ordenadores. En absoluto. «No fuimos mejores que los chavales de ahora. Simplemente nos tocó vivir esa época. Nuestros libros no solo rescatan juguetes y fotografías, sino el costumbrismo de entonces», afirman.

Las páginas de Yo fui a EGB, efectivamente, son pura emoción para los cuarentañeros de hoy, que se ven reflejados en cada foto. El volumen 4 destila una nostalgia especial por la familia. Sobre todo, por los papás ausentes (por trabajo) y por las entregadas mamás (heroínas sin saberlo). «Cuando te levantabas, papá ya se había ido. Y cuando llegaba de trabajar por la noche, en la tele ya habían anunciado el Vamos a la cama que hay que descansar. No tenía tiempo para jugar con nosotros, ni para ayudarnos a hacer los deberes, ni tan siquiera para decirnos te quiero. Su única obsesión era trabajar para sacar a su familia adelante y que no le faltara de nada».

Finalmente, Javier Ikaz y Jorge Díaz han querido rendir su particular homenaje a la gastronomía de las decácadas de los años setenta y los ochenta. Por eso han incluido un (delicioso) capítulo con recetas ochenteras. El imprescindible cóctel de gambas de Navidad y el plato estrella cuando (cosa rara) la familia salía a comer a un restaurante: entremeses variados. Este nuevo libro también rinde tributo a los postres de las abuelas. Solo con ver las fotos de natillas, rosquillas y torrijas uno viaja directamente a su infancia. Hasta las páginas huelen a canela y azúcar.