Hacer una feria como la de Mérida no es fácil. Desde Agustín del Olmo, Tenti Martínez, Cecilio Chacón (un trio socialista) a Miguel Valdés, Gloria Constantino y Begoña Saussol, populares, han ido configurando la feria poco a poco. Años, donde fijar el ferial era un problema hasta que se ha llegado al actual. Calles, avenidas, barriadas, polígono industrial y por fin un lugar definitivo.

Los políticos han dado lo que han podido. Eran el cuerpo de la feria, pero el alma, quien tenía que tomar las vacaciones en julio para estar en agosto cuidando los detalles, ha sido y es desde hace más de veinte años Jesús Cabezas. Todo un tipo. Funcionario del ayuntamiento emeritense y periodista deportivo en la SER, donde retransmitió cientos de encuentros, uno desde un tejado en Almendralejo porque no le dejaban pasar al recinto y el presidente del Extremadura le puso una grúa con una pancarta para que no viera y la grúa y Cabezas tuvieron que estar de un lado a otro para cumplir cada uno con su cometido.

Periodista también de prensa, sus crónicas eran bien conocidas. Jugador del Imperio y del Mérida, los dos clubs más representativos de la ciudad. El periodismo lo ha dejado aparcado.

Jesús Cabezas está a las duras y a las maduras, si falta algo es el culpable. Si las cosas salen bien y hay que recibir un aplauso se lo lleva el político de turno. Lo de siempre. Pero Jesús es así, un buenazo que su principal objetivo es el trabajo que desempeña y está al servicio de quien está en ese momento en el poder, sea de izquierda o de derecha. Más de un disgusto le ha costado alguna decisión para no perjudicar a nadie.

A su lado, su mujer, Pepi, que le fiscaliza hasta el más mínimo detalle. Y lleva razón. Un descuido y ya no está o está pero pero cualquiera sabe. Un lince. De ahí que sepa tanto y que haya conseguido seguir en el puesto durante más de dos décadas a pesar de los cambios políticos. Insustituible. Cabezas con cabeza.