Tengo que preguntarle al cinéfilo Juanma K (de Cardoso) si se une al recién constituido Frente Antibasa (apócope de Frente anti películas basadas en hechos reales) que estoy promoviendo desaforadamente.

El otro día, haciendo un exceso, fui con mi Gama a ver ‘Dunkerque’ pese a que se anunciaba con el cansino «basada en hechos reales» y es la última vez que caigo en semejante dislate (si bien tengo que reconocer que mi propósito de la enmienda suele ser flojito).

En mi salón doméstico las pocas veces que tengo el mando (hay tres mujeres en mi casa y la tecla 5 desgastada), en cuanto ponen película o serie «basada en…» me falta tiempo para cambiar de canal e irme al de cocina (eso sí que son olores reales). Reconozco que cinematográficamente soy un desastre (en la próxima legislatura me veo en la Filmoteca) porque además si empieza una película y a los cinco minutos no hay un muerto, me voy.

Primer argumento: No hay películas basadas en hechos reales. ¡Es mentira, en celuloide! Lo que contaban en Dunkerque no ocurrió ni de coña (es irreal que entre trescientos mil tíos nadie mentara a Dios o pidiera ayuda a lo alto), la ambigüedad de unos puede ser la realidad de otros pero, a ver como lo digo, la realidad a menudo es ambigua, compleja, gris, contradictoria e imposible (otro bodrio) de describir en imágenes.

La realidad no es en blanco o negro, sino que contiene muchos matices de gris y seguirá siendo así aunque muchos la tergiversen (no hay nada más falso que una película de la guerra civil basada en…). Segundo argumento: Si las reales son las «basadas en…», ¿eso quiere decir que no existió Bamby? ¿ni nadie pronunció: «Hasta el infinito y más allá»?, ¿ni en Kug Fu Panda se sentenció algo así que como para hacer que algo sea realidad basta con creer que es realidad? ¿Qué no? ¡Vamos anda!